Se está retirando el Espíritu de Dios. Se siguen unos a otros en rápida sucesión los desastres por mar y tierra... Aparentemente estas calamidades son estallidos caprichosos de las fuerzas desorganizadas y desordenadas de la naturaleza, completamente fuera del dominio humano; pero en todas ellas puede leerse el propósito de Dios. Se cuentan entre los instrumentos por medio de los cuales él procura despertar en hombres y mujeres un sentido del peligro que corren.
Los mensajeros de Dios en las grandes ciudades no deben desalentarse por la impiedad, la injusticia y la depravación que son llamados a arrostrar mientras tratan de proclamar las gratas nuevas de salvación... Recuerden los que están empeñados en el ministerio de salvar las almas que a pesar de que son muchos los que no quieren escuchar los consejos que Dios da en su palabra, no se apartará todo el mundo de la luz y la verdad ni de las invitaciones de un Salvador paciente y tolerante. En toda ciudad, por muy llena que esté de violencia y de crímenes, hay muchos que con la debida enseñanza pueden aprender a seguir a Jesús. A miles puede comunicarse así la verdad salvadora, e inducirlos a recibir a Cristo como su Salvador personal (Profetas y reyes, p. 207).
Pablo y Bernabé recordaban con ternura a aquellos que recientemente habían aceptado el mensaje evangélico bajo su ministerio, y anhelaban verlos una vez más. Pablo nunca perdió esta solicitud. Aun cuando se hallaba en distantes campos misioneros, lejos del escenario de sus labores anteriores, conservaba en el corazón la preocupación de instar a esos conversos a permanecer fieles, "perfeccionando la santificación en temor de Dios" [2 Corintios 7:1]. Constantemente trataba de ayudarles a ser cristianos que tuvieran confianza propia y creciesen, a ser fuertes en la fe, ardientes en celo, y cabales en su consagración a Dios y a la tarea de hacer progresar su reino (Los hechos de los apóstoles, p. 164).
Dios puede cumplir en cualquier momento lo que promete, y la Obra que él ordena a su pueblo que haga puede realizarla por su medio. Si ellos quieren vivir de acuerdo a toda palabra que él pronunció, se cumplirán para ellos todas las buenas palabras y promesas. Pero, si no prestan una obediencia perfecta, las grandes y preciosas promesas quedarán sin efecto...
Cuando acudimos a él, debemos orar porque nos permita comprender y realizar su propósito, y que nuestros deseos e intereses se pierdan en los suyos. Debemos reconocer que aceptamos su voluntad, y no orar para que él nos conceda lo que pedimos. Es mejor para nosotros que Dios no conteste siempre nuestras oraciones en el tiempo y la manera que nosotros deseamos. Él hará para nosotros algo superior al cumplimiento de todos nuestros deseos; porque nuestra sabiduría es insensatez (Testimonios para la iglesia, t. 2, p. 134),
Notas de Elena G. de White - Escuela Sabática
Esta semana estudiaremos la lección 9 – El Segundo viaje misionero
Para el 1 de septiembre del 2018
Lecciones de Escuela Sabática – Tercer trimestre 2018
EL LIBRO DE HECHOS
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