miércoles, 22 de agosto de 2018

El decreto apostólico














Lee Hechos 15:28 y 29. ¿Cuáles fueron las cuatro prohibiciones que el Concilio decidió imponerles a los conversos gentiles?

El tema principal para el que se había convocado el Concilio se resolvió satisfactoriamente. Como la salvación es por gracia, se eximía de la circuncisión a los gentiles creyentes cuando se unían a la iglesia. Sin embargo, debían abstenerse de cuatro cosas: (1) la carne ofrecida en sacrificio a ídolos en rituales paganos, y luego servida en una fiesta del templo o vendida en el mercado; (2) el consumo de sangre; 3) la carne de animales estrangulados, es decir, carne cuya sangre no se había drenado; y (4) la inmoralidad sexual en sus diversas formas.

En la actualidad, la mayoría de los cristianos considera que las prohibiciones alimentarias (prohibiciones 1-3) son recomendaciones temporales. Debido a que esas cosas eran especialmente repulsivas para los judíos, sostienen que las prohibiciones tenían como único objetivo salvar la brecha entre creyentes judíos y gentiles. Además, a menudo se presume que todas las demás leyes del Antiguo Testamento, incluyendo las leyes de Levítico (Lev. 11) y el mandamiento del sábado (Éxo. 20:8-11), que están ausentes de la lista, ya no son obligatorias para los cristianos.

No obstante, el denominado decreto apostólico no era ni temporal ni un nuevo código de ética cristiana que excluía todo lo demás relacionado con el Antiguo Testamento. De hecho, bajo la dirección del Espíritu Santo (Hech. 15:28), los apóstoles y los ancianos de la iglesia reprodujeron solo las regulaciones de Levítico 17 y 18 concernientes a los extranjeros residentes en Israel.

En el contexto de Levítico, estas prohibiciones significan la renuncia al paganismo. Todo extranjero que quisiera vivir en Israel tenía que abdicar de las prácticas paganas a las que estaba acostumbrado (Lev. 18:30). De la misma manera, todo creyente gentil que quisiera unirse a la iglesia tenía que asumir una postura firme contra el paganismo.

Naturalmente, también se esperaba que la persona hiciera la voluntad de Dios: que obedeciera aquellos mandamientos que son universales, premosaicos y no intrínsecamente ceremoniales, como el sábado (Gén. 2:1-3), y que se atuviera a la diferenciación entre alimentos limpios e inmundos (Gén. 7:2).

Un claro ejemplo de que el decreto no era temporal se encuentra en Apocalipsis 2:14 y 20, donde se repiten las prohibiciones primera y última, por lo que, implícitamente, también se contemplan las otras dos. De hecho, las evidencias históricas muestran que los cristianos todavía consideraban que el decreto era normativo mucho después del período del Nuevo Testamento.

Cuando surgen disputas, ¿de qué modo podemos aprender a reunirnos, a escucharnos entre todos y, con un espíritu de respeto y humildad, resolver los problemas?

== LECCIÓN 8 – FOLLETO ADULTOS Esta semana estudiaremos la lección 8 – El concilio de Jerusalén Para el 25 de agosto del 2018

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