Desde el principio, la iglesia de Antioquía constó de judíos (helenistas) y de gentiles incircuncisos (Hech. 11:19-21; Gál. 2:11-13) que, aparentemente, vivían en comunión pacífica entre sí. Sin embargo, esa comunión se hizo añicos con la llegada de un grupo de creyentes de Jerusalén.
Lee Hechos 15:1 al 5. ¿Cuál era el problema que enfrentaba la iglesia?
Estos de Judea, tradicionalmente llamados judaizantes, posiblemente eran los mismos que el versículo 5 identifica como “fariseos que habían creído”. La presencia de los fariseos en la iglesia no debe sorprendernos, ya que el mismo Pablo había sido fariseo antes de su conversión (Fil. 3:5). Este grupo parece haber ido a Antioquía por iniciativa propia (Hech. 15:24), aunque otro hecho que también tuvo lugar en Antioquía tiempo después muestra que la mayoría de los judíos, incluyendo a los apóstoles, no se sentían muy cómodos con la presencia de los gentiles incircuncisos en la iglesia (Gál. 2:11-13).
En su Epístola a los Gálatas, Pablo no habla de manera positiva de los judaizantes, ya que los califica como perturbadores (Gál. 1:7; 5:10) y “falsos hermanos” (Gál. 2:4), cuyo verdadero motivo era socavar la libertad espiritual del evangelio y llevar a los conversos gentiles a la esclavitud del legalismo. El argumento de ellos era bastante sencillo: a menos que los gentiles se circuncidaran y guardaran todas las demás leyes ceremoniales judías, no podrían salvarse.
La salvación, según creían, habría de hallarse solo dentro de la comunidad del pacto de Dios y, según el Antiguo Testamento, no había otra manera de llegar a ser parte del pueblo escogido de Dios sino mediante la circuncisión (Gén. 17:9-14; Éxo. 12:48).
En resumen, los gentiles solo podrían salvarse si primero se hacían judíos prosélitos. Pablo y Bernabé, por supuesto, no podían aceptar esos requisitos porque iban en contra de la naturaleza misma del evangelio. No obstante, el abordaje agresivo de los visitantes de Judea generó un acalorado debate –la palabra de Hechos 15:2 (stasis) tiene el sentido de “conflicto”, o “disensión”– y el tema era demasiado importante para ser tratado solamente en el ámbito local.
La unidad de la iglesia estaba en juego. Entonces, los hermanos de Antioquía decidieron enviar a varios delegados a Jerusalén, incluyendo a Pablo y a Bernabé, para encontrar una solución.
Ponte en el lugar de los judaizantes. ¿Qué argumentos podrías presentar para defender tu postura?
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