jueves, 30 de agosto de 2018

PABLO EN CORINTO


Hechos 18:1 al 11 ( CB ) relata la experiencia de Pablo en Corinto, donde se quedó durante un año y medio. Aquila y Priscila se hicieron grandes amigos de Pablo (Rom. 16:3; 2 Tim. 4:19). El relato sugiere que ya eran cristianos cuando llegaron a Corinto, probablemente por la deportación de judíos de Roma por parte del emperador Claudio. El historiador romano Suetonio parece indicar que la deportación se produjo debido a disturbios en la comunidad judía asociados con el nombre de “Cristo” (Claudius 25.4), que quizá se produjeron como resultado de la predicación del evangelio por parte de los creyentes judíos locales. Por lo tanto, es posible que Aquila y Priscila hayan participado de esas actividades.

En cualquier caso, además de compartir la misma fe y el mismo origen judío, Pablo y sus nuevos amigos también compartían el mismo oficio.

Lee Hechos 18:4 al 17 ( CB ) . ¿Cuál fue el resultado de las actividades misioneras de Pablo en Corinto?

Cuando Silas y Timoteo llegaron de Macedonia, llevaron cierta ayuda económica de parte de las iglesias (2 Cor. 11:8, 9), lo que le permitió a Pablo dedicarse enteramente a la predicación. La política de Pablo era autofinanciarse durante su ministerio, aunque también enseñó que “los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio” (1 Cor. 9:14).

A pesar de la fuerte oposición judía al mensaje de Pablo, algunos judíos sí creyeron, al igual que algunos gentiles adoradores de Dios. Entre los conversos estaban Crispo, el dirigente de la sinagoga, y toda su familia. Muchos corintios también creyeron y se bautizaron. Sin embargo, la situación entre los judíos era bastante tensa, como demuestra el siguiente hecho (Hech. 18:12-17), y Pablo posiblemente planeaba salir pronto de Corinto, pero en una visión nocturna recibió el estímulo divino para quedarse (Hech. 18:9-11).

En su viaje de regreso a Antioquía, Pablo se llevó a Aquila y a Priscila con él y los dejó en Éfeso, donde pasó unos días antes de reanudar su viaje. Allí tuvo la oportunidad de predicar en la sinagoga judía local, cuya respuesta positiva hizo que les prometiera que, Dios mediante, regresaría (Hech. 18:18-21). Eso hizo precisamente en su próximo viaje.

Pablo, frustrado por el recibimiento que tuvo, necesitaba ánimo del Señor para la salvación de las almas allí. Las palabras que Dios le impartió (Hech. 18:10) ¿qué nos dicen a nosotros cuando quizá nos sentimos como Pablo?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Hebreos 13 – Durante esta semana, DTG caps. 59, 60.

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