jueves, 9 de agosto de 2018

Notas de Elena La persecución de Herodes.


La muerte de Jacobo causó gran pesar y consternación entre los creyentes. Cuando Pedro también fue encarcelado, toda la iglesia se puso a orar y ayunar...

Mientras que por diversos pretextos la ejecución de Pedro fue postergada hasta después de la Pascua, los miembros de la iglesia tuvieron tiempo para examinar profundamente sus corazones y orar con fervor. Oraban sin cesar por Pedro; porque les parecía que la causa no podría pasarlo sin él. Se daban cuenta de que habían llegado a un punto en que sin la ayuda especial de Dios, la iglesia de Cristo sería destruida (Los hechos de los apóstoles, pp. 116, 117).

El corazón de Herodes se había empedernido aún más, y al saber que Cristo había resucitado no filé mucha su turbación. Quitó la vida a Santiago, y cuando vio que esto agradaba a los judíos, apresó también a Pedro, con la intención de darle muerte. Pero Dios tenía todavía una obra para Pedro, y envió a su ángel para que lo librase. Herodes fue visitado por los juicios de Dios. Mientras se estaba ensalzando en la presencia de una gran multitud fue herido por el ángel del Señor, y murió de una muerte horrible (Primeros escritos, p. 185).

[Pedro] no estaba atemorizado por su situación. Desde su restablecimiento después de su negación de Cristo, había desafiado el peligro sin vacilar, y había manifestado una noble osadía al predicar a un Salvador crucificado, resucitado y ascendido a los cielos. Creía que había llegado el momento cuando debía deponer su vida por causa de Cristo... 

En esa última noche, antes del día de la ejecución, un ángel poderoso, enviado desde el cielo, descendió para rescatarlo. Las macizas puertas que encerraban al santo de Dios se abrieron sin la intervención de manos humanas; el ángel del Altísimo entró, y sin hacer ruido se cerraron de nuevo tras él. Llegó a la celda cavada en la roca viva, donde yacía Pedro durmiendo el bendito y apacible sueño de la inocencia con perfecta confianza en Dios, mientras permanecía encadenado a dos poderosos guardianes, uno a cada lado...

Pedro no se despertó hasta que sintió el toque de la mano del ángel y escuchó su voz que le decía: “Levántate pronto”. Vio... a un ángel revestido de resplandeciente gloria de pie ante él. Obedeció mecánicamente la voz del ángel; y al ponerse de pie levantó las manos, y descubrió que las cadenas se hablan desprendido de sus muñecas. Nuevamente escuchó la voz del ángel: “Cíñete, y átate las sandalias” (La historia de la redención, p. 308). 

No es porque veamos o sintamos que Dios nos oye por lo que debemos creer. Debemos confiar en sus promesas. Cuando acudimos a él con fe, debemos creer que toda petición penetra hasta el corazón de Cristo. Cuando hemos pedido su bendición, debemos creer que la recibiremos, y agradecerle de que la tenemos. Luego hemos de atender a nuestros deberes, confiando en que la bendición será enviada cuando más la necesitemos. Cuando aprendamos a hacer esto, sabremos que nuestras oraciones reciben contestación. Dios obrará por nosotros “mucho más abundantemente de lo que pedimos”, “conforme a las riquezas de su gloria”, y “por la operación de la potencia de su fortaleza” [Efesios 3:20, 16; 1:19] (Obreros evangélicos, p. 275).

 
================== NOTAS DE ELENA LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA III TRIMESTRE DEL 2018 Narrado por: Patty Cuyan Desde: California, USA =================== || www.drministries.org ||
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