domingo, 12 de agosto de 2018

Salamina y Pafos

La iglesia cristiana estaba entrando entonces en una era importante. La obra de proclamar el mensaje evangélico a los gentiles había de proseguirse ahora con vigor; y como resultado la iglesia iba a ser fortalecida por una gran cosecha de almas. Los apóstoles que habían sido designados para dirigir esta obra iban a exponerse a la suspicacia, los prejuicios y los celos. Sus enseñanzas concernientes al derribamiento de "la pared intermedia de separación" [Efesios 2:14], que tanto tiempo había separado al mundo judío del gentil, iba a hacerlos objeto naturalmente de la acusación de herejía; y su autoridad como ministros del evangelio iba a ser puesta en duda por muchos celosos creyentes judíos.

Dios previó las dificultades que sus siervos estarían llamados a afrontar; y a fin de que su trabajo pudiera estar por encima de toda crítica, indicó a la iglesia por revelación que se los apartara públicamente para la obra del ministerio. Su ordenación fue un reconocimiento público de su elección divina para llevar a los gentiles las alegres nuevas del evangelio (Los hechos de los apóstoles, p. 130). 

Satanás no permite sin lucha que el reino de Dios se edifique en la tierra. Las huestes del mal están empeñadas en incesante guerra contra los agentes designados para la predicación del evangelio; y estas potestades de las tinieblas están especialmente activas cuando se proclama la verdad ante hombres de reputación y genuina integridad. Así sucedió cuando Sergio Paulo, el procónsul de Chipre, escuchaba el mensaje evangélico. El procónsul había hecho llamar a los apóstoles para que se le enseñara el mensaje que habían venido a dar; y ahora las fuerzas del mal, obrando por medio del hechicero Elimas, trataron, con sus funestas sugestiones, de apartarlo de la fe y frustrar así el propósito de Dios... 

El adivino había cerrado los ojos a las evidencias de la verdad evangélica; y el Señor, con justo enojo, cegó sus ojos naturales, privándolo de la luz del día. La ceguera no fue permanente, sino temporal, a fin de que le indujese a arrepentirse y a procurar perdón del Dios a quien había ofendido tan gravemente. La confusión en la cual se vio sumido anuló sus sutiles artes contra las doctrinas de Cristo. El hecho de que se viera obligado a andar a tientas en su ceguera demostró a todos que los milagros que los apóstoles habían realizado, y que Elimas había denunciado como prestidigitación, eran producidos por el poder de Dios. El procónsul, convencido de la verdad de la doctrina que enseñaban los apóstoles aceptó el evangelio (Los hechos de los apóstoles, p. 136). 

Tengan cuidado de no oponerse a la obra del Espíritu Santo, el Consolador enviado por Cristo, y que teman dar el primer paso presuntuoso en la senda de la rebelión. Cuando Cristo habló con los discípulos acerca del Espíritu Santo, trató de elevar sus pensamientos y ampliar sus expectativas para que lograran tener el más alto concepto de lo que es la excelencia. Tratemos de comprender sus palabras. Tratemos de apreciar el valor del maravilloso don que nos ha conferido. Tratemos de buscar la plenitud del Espíritu Santo (Cada día con Dios, p. 255). 

================== NOTAS DE ELENA LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA

No hay comentarios:

Publicar un comentario