LA CAÍDA DE UN SER PERFECTO.
El primer pecador fue uno a quien Dios había ensalzado grandemente ...
Poco a poco Satanás fue complaciendo el deseo de ensalzamiento propio. Las Escrituras dicen: "Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor". "Tú que decías en tu corazón: ... En lo alto, junto a las estrellas de Dios levantaré mi trono ... seré semejante al Altísimo".
Aunque toda su gloria provenía de Dios, este poderoso ángel llegó a considerarla como algo propio. No contento con su posición, aunque era honrado por encima de la hueste celestial, se atrevió a codiciar un homenaje que solo corresponde al Creador. En vez de procurar que Dios fuera supremo en el afecto y en la lealtad de todos los seres creados, procuró conseguir para sí mismo ese servicio y esa lealtad. Y al codiciar la gloria que el Padre infinito ha conferido a su Hijo, este príncipe de los ángeles aspiraba a un poder que solo correspondía a Cristo (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4, p. 1183).
Satanás es un engañador. Cuando él pecó en el cielo, aun los ángeles leales no discernieron plenamente su carácter. Esta es la razón por la cual Dios no destruyó en el acto a Satanás. Si lo hubiese hecho, los santos ángeles no hubieran percibido la justicia y el amor de Dios. Una duda acerca de la bondad de Dios habría sido una mala semilla productora de amargos frutos de pecado y dolor. Por lo tanto, el autor del mal fue dejado con vida hasta que desarrollase plenamente su carácter.
A través de las largas edades, Dios ha soportado la angustia de contemplar la obra del mal, y otorgó el infinito Don del Calvario antes de permitir que alguien fuese engañado por las falsas interpretaciones del maligno; pues la cizaña no podía ser extirpada sin peligro de desarraigar también el grano precioso. ¿Y no seremos nosotros tan tolerantes para con nuestros semejantes como el Señor del cielo y de la tierra lo es con Satanás? (Palabras de vida del gran Maestro, p. 51).
Dios nos ha dado la facultad de elección; a nosotros nos toca ejercitarla. No podemos cambiar nuestros corazones ni dirigir nuestros pensamientos, impulsos y afectos. No podemos hacernos puros, propios para el servicio de Dios.
Pero sí podemos escoger el servir a Dios; podemos entregarle nuestra voluntad, y entonces él obrará en nosotros el querer y el hacer según su buena voluntad. Así toda nuestra naturaleza se someterá a la dirección de Cristo.
Mediante el debido uso de la voluntad, cambiará enteramente la conducta. Al someter nuestra voluntad a Cristo, nos aliamos con el poder divino. Recibimos fuerza de lo alto para mantenemos firmes.
Una vida pura y noble, de victoria sobre nuestros apetitos y pasiones, es posible para todo el que une su débil y vacilante voluntad a la omnipotente e invariable voluntad de Dios (Ministerio de curación, p. 131 ).
====== NOTAS DE ELENA LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA II TRIMESTRE DEL 2018 Narrado por: Patty Cuyan Desde: California, USA ====== || www.drministries.org || ===========
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