LA RESTAURACIÓN DE ISRAEL
Cuando Jesús abrió el entendimiento de los discípulos al significado de las profecías relativas a él mismo, les aseguró que toda potestad le había sido dada en los cielos y en la tierra, y les ordenó predicar el evangelio a toda criatura. Estos, al renovarse repentinamente su antigua esperanza de que el Señor ocupara su lugar en el trono de David en Jerusalén, le preguntaron: "¿Restaurarás el reino a Israel en este tiempo?" Hechos 1 :6.
El Salvador infundió incertidumbre en sus mentes con respecto a ese tema al replicarles que no les correspondía "saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad". Hechos 1:7. Los discípulos comenzaron a alentar la esperanza de que el maravilloso descenso del Espíritu Santo podría influir sobre el pueblo judío para que aceptara a Jesús. El Salvador no tomó tiempo para darles más explicaciones porque sabía que cuando el Espíritu Santo descendiera sobre ellos plenamente, sus mentes se iluminarían y comprenderían en todo sentido la obra que se desplegaría ante ellos, y la emprenderían justamente donde él la había dejado (La historia de la redención, p. 251).
Los que verdaderamente aprenden sentándose a los pies de Jesús, descubren las preciosas gemas de verdad pronunciadas por nuestro Salvador, y discernirán su significado y apreciarán su valor. Y al hacerse más humildes y estar dispuestos a ser enseñados, su comprensión se abrirá para descubrir las cosas maravillosas de su ley, pues Cristo las ha presentado en forma clara y precisa. La doctrina de la gracia y la salvación por medio de Cristo es un misterio para una gran parte de los que tienen sus nombres en los libros de la iglesia. Si Cristo estuviera en la tierra hablando a su pueblo, él los reprocharía por la lentitud de su comprensión. Él diría a los que son lentos y los que no comprenden: "He dejado en vuestra posesión verdades que conciernen a vuestra salvación, cuyo valor vosotros no sospecháis" (Mensajes selectos, t. 3, p. 213).
Después de su resurrección, mientras caminaba con dos de sus discípulos hacia Emaús, les abrió el entendimiento para que pudieran comprender las Escrituras, y les explicó el Antiguo Testamento de tal manera que percibieron en sus enseñanzas un significado que ni siquiera los mismos escritores habían visto. Las palabras de Cristo son el pan de vida. Al comer sus palabras, la comprensión de los discípulos fue avivada. Comprendieron mejor el valor de las enseñanzas del Salvador. El discernimiento de estas verdades los hizo pasar de la oscuridad del alba a la brillantez del mediodía. Lo mismo sucederá con nosotros al estudiar la Palabra de Dios (Exaltad a Jesús, p. 1 09).
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