martes, 1 de mayo de 2018

4 NOTAS DE ELENA,



NUESTRO SUMO SACERDOTE.

Nadie sino el Hijo de Dios podía efectuar nuestra redención; porque solo él, que estaba en el seno del Padre, podía darle a conocer. Solo él, que conocía la altura y la profundidad del amor de Dios, podía manifestarlo. Nada que fuese inferior al infinito sacrificio hecho por Cristo en favor del hombre podía expresar el amor del Padre hacia la perdida humanidad. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito".

Lo dio, no solo para que viviese entre los hombres, llevase los pecados de ellos y muriese para expiarlos, sino que lo dio a la raza caída. Cristo debía identificarse con los intereses y las necesidades de la humanidad. El que era uno con Dios se vinculó con los hijos de los hombres mediante lazos que jamás serán quebrantados. Jesús "no se avergüenza de llamarlos hermanos" (Hebreos 2: 11). 

Es nuestro Sacrificio, nuestro Abogado, nuestro Hermano, que lleva nuestra forma humana delante del trono del Padre, y por las edades eternas será uno con la raza a la cual redimió: es el Hijo del hombre. Y todo esto para que el hombre fuese levantado de la ruina y degradación del pecado, para que reflejase el amor de Dios y compartiese el gozo de la santidad (El camino a Cristo, p. 14).

"Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo". Hebreos 2:17. El pecador arrepentido debe creer que Cristo es su Salvador personal. Es su única esperanza. Puede recurrir a la sangre de Cristo para presentar a Dios, como propios, los méritos del Salvador crucificado y resucitado.

De ese modo, mediante la ofrenda de sí mismo hecha por Cristo, el inocente en lugar del culpable, se remueven todos los obstáculos y el amor perdonador de Dios puede fluir en ricos raudales de misericordia en favor del hombre caído. Acuda a Jesús ahora mismo, entretanto que se dice hoy (Cada día con Dios, p. 36). 

Los que caemos por haber transgredido la Ley de Dios tenemos un Abogado ante el Padre, a Jesucristo el justo. El camino está abierto para que todos se preparen para la segunda venida de Jesucristo, de tal manera que en su aparición puedan ser vindicados por haber abandonado todo pecado y vencido por medio de la sangre purificadora de Cristo. 

Mediante la intercesión de Jesús la imagen de Dios se renueva en la mente, el corazón y el carácter. Mediante la sangre del unigénito Hijo de Dios podemos obtener redención . .. El poder de la gracia de Cristo es maravilloso. Cuando el enemigo viene como río el Espíritu del Señor levanta bandera contra él en favor del creyente que confia ... Debemos posesionarnos del tema del amor redentor y esforzarnos por conocer al Señor de tal manera que con sencillez podamos revelar su carácter (Alza tus ojos, p. 62).

=== NOTAS DE ELENA LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA II TRIMESTRE DEL 2018 Narrado por: Patty Cuyan Desde: California, USA

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