martes, 27 de marzo de 2018

La confianza


Dios quiere que confiemos en él y gocemos de su bondad. Cada día él despliega sus planes ante nosotros, y debemos tener los ojos y la percepción necesarios para captar estas cosas. Por grande y gloriosa que sea la plena y perfecta victoria sobre el mal que hemos de experimentar en el cielo, no todo ha de quedar para el momento de la liberación final. Dios quiere que algo ocurra también en nuestra vida presente. Necesitamos

cultivar diariamente la fe en un Salvador actual. Al confiar en un poder exterior y que está por encima de nosotros mismos, al ejercer fe en un apoyo y un poder invisibles, que aguarda las demandas del necesitado y dependiente, podemos confiar tanto en medio de las nubes como a plena luz del sol, mientras cantamos por la liberación y el gozo de su amor que podemos experimentar ahora mismo. La vida que ahora vivimos debe ser vivida por fe en el Hijo de Dios (Cada día con Dios, p. 60).

Necesita dirección de lo alto. Confíe en el Señor con todo el corazón, y él nunca la va a defraudar. Si le pide ayuda a Dios, no lo hará en vano. Para animamos a tener confianza se acerca a nosotros por medio de su Santa Palabra y su Espíritu, y trata de lograrlo de mil maneras.

Pero en nada se deleita más que en recibir al débil que acude a él en procura de fortaleza. Si quisiéramos encontrar corazón y voz para orar, ciertamente él encontraría oídos para oír y un brazo para salvar.

No se conoce un solo caso en que Dios haya ocultado su rostro para no oír las súplicas de su pueblo. Cuando todo otro recurso falló, él fue siempre un pronto auxilio en cada emergencia. ¡Quiera Dios bendecirla, querida alma pobre, sacudida y maltratada! Afórrese de su mano; no la suelte. La llevará a usted, a sus hijos y todas sus penas y pesares, si está dispuesta a depositarlos sobre él (Cada día con Dios, p. 192).

Es peligroso que los hombres resistan al Espíritu de verdad, gracia y justicia, debido a que sus manifestaciones no están de acuerdo con las ideas de ellos y no entran dentro del molde de sus planes de acción. El Señor actúa en su propia forma y de acuerdo con sus propios planes.

Oren los mortales para que puedan despojarse del yo y estar en armonía con el cielo. Oren: “No se haga mi voluntad, oh Dios, sino la tuya”.

Tengan en cuenta los hombres que los caminos de Dios no son los caminos de ellos, ni sus pensamientos los pensamientos de ellos, pues él dice: “Como son más altos los cielos que loa tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 2, p. 998).














No hay comentarios:

Publicar un comentario