lunes, 29 de octubre de 2018

Notas de Elena - De Babel al Pentecostés


Notemos que el Espíritu fue derramado después que los discípulos hubieron llegado a la unidad perfecta, cuando ya no contendían por el puesto más elevado. Eran unánimes. Habían desechado todas las diferencias. Y el testimonio que se da de ellos después que les fue dado el Espíritu es el mismo. Notemos la expresión: "Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma . .. " (Hechos 4:32). El Espíritu de Aquel que había muerto para que los pecadores vivieran animaba a toda la congregación de los creyentes.

Los discípulos no pidieron una bendición para ellos mismos. Sentían preocupación por las almas. El evangelio había de ser proclamado hasta los confines de la tierra y solicitaban la medida de poder que Cristo había prometido. Entonces fue cuando se derramó el Espíritu Santo y miles se convirtieron en un día.

Así puede suceder ahora. Desechen los cristianos todas las disensiones, y entréguense a Dios para salvar a los perdidos. Pidan con fe la bendición prometida y ella les vendrá (Testimonios para la iglesia, t. 8, p. 27, 28).

Dios también está dispuesto a darnos la misma bendición, siempre que tengamos real interés en ella. El Señor no cerró los depósitos celestiales después de haber derramado su Espíritu sobre los primeros discípulos. También nosotros podemos recibir la plenitud de su bendición ... Si no contamos con su poder es por la indiferencia, el letargo espiritual y nuestra indolencia. Abandonemos la mortal formalidad (Recibiréis poder, p. 25).

Todos los que profesan el nombre de Cristo deben estar esperando, aguardando y orando en unidad de corazón. Debieran abandonarse todas las diferencias, y la unidad y el tierno amor debieran llenarlo todo. Entonces nuestras oraciones ascenderían juntas a nuestro Padre celestial basadas en una fe fuerte y amorosa. Entonces podríamos aguardar con paciencia y esperanza el cumplimiento de la promesa ... Pero Dios sabe cómo y cuándo contestar nuestras oraciones.

Es nuestra parte de la obra ponemos en relación con el canal divino. Dios es responsable por su parte de la obra. Fiel es el que prometió. Lo grande e importante para nosotros consiste en ser de un solo corazón y mente, para poner a un lado toda envidia y malicia, y vigilar y aguardar como humildes suplicantes. Jesús, nuestro representante y cabeza, está listo para hacer en favor de nosotros lo que hizo por los que oraban y vigilaban en el día de Pentecostés (La historia de la redención, p. 257). Dios puede infundir nueva vida en cada alma que sinceramente desea servirle, y puede tocar los labios con un carbón encendido tomado del altar y hacer que se vuelva elocuente con su alabanza a Dios. Miles de voces serán impregnadas con poder para presentar públicamente las admirables verdades de la palabra de Dios. Se desatará la lengua del tartamudo, y los tímidos recibirán fuerza para dar un valeroso testimonio de la verdad. Quiera el Señor ayudar a su pueblo a limpiar el templo del alma de toda contaminación, y a mantener una relación tan íntima con él que puedan ser participantes de la lluvia tardía cuando esta se derrame (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 6, p. 1055).

================== NOTAS DE ELENA LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA IV TRIMESTRE DEL 2018 Narrado por: Patty Cuyan Desde: California, USA =================== || www.drministries.org ||

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