martes, 13 de febrero de 2018

Restaurados a su imagen.


«Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es». 1 Juan 3: 2

El deseo de Cristo es restaurar la imagen original del ser humano y rehacerla a su semejanza: «A los que antes conoció, también los predestinó para que fueran hechos conformes a la imagen de su Hijo» (Romanos 8: 29). «Se han despojado del viejo hombre con sus prácticas y se han vestido del nuevo, el cual se renueva para un pleno conocimiento conforme a la imagen de aquel que lo creó» (Colosenses 3: 9-10, RV2015).

El mimetismo es la propiedad que poseen algunos animales y plantas de asemejarse al ambiente en el que viven. Cuanto más tiempo habitan en ese medio, más semejantes se hacen, al punto de que pueden pasar desapercibidos a los ojos del enemigo, ya que no se distinguen a simple vista. Lo mismo sucede con el creyente que pasa mucho tiempo amparado en Cristo. Cuanto más tiempo permanece a su lado y lo contempla con el inmenso deseo de ser transformado, tanto más se restaurará la imagen del Señor Jesús en su vida.

El Comentario bíblico adventista menciona: «Se necesita el poder que resucitó a Cristo para crear de nuevo la imagen divina en nosotros» (t. 7, p. 174). Elena G. de White explica: «Hemos pues de entregarle por completo a Dios el corazón, o no se efectuará en nosotros ese cambio que tiene que producirse, por el cual hemos de ser transformados conforme a la semejanza divina. […] Cuando Cristo mora en el corazón, el alma rebosa de tal manera de su amor y del gozo de su comunión, que se aferra a él; y contemplándolo se olvida de sí misma. El amor a Cristo es el móvil de sus acciones» (El camino a Cristo, cap. 5, pp. 65-68).

La transformación a través de la contemplación es uno de los fenómenos espirituales más hermosos e significativos. Tenemos el privilegio de poder contemplar la vida de Cristo tal como está registrada en las Escrituras y meditar en ella. La transformación quizá no sea instantánea, pero es segura cuando la buscamos con sinceridad. Busquemos cada día ser más semejantes a él.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2018
FUENTES DE VIDA
David Javier Pérez

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