Incluso en el cielo, un ambiente perfecto, Lucifer sentía celos de Cristo. “Lucifer estaba envidioso y tenía celos de Jesucristo. No obstante, cuando todos los ángeles se inclinaron ante él para reconocer su supremacía, gran autoridad y derecho de gobernar, se inclinó con ellos, pero su corazón estaba lleno de envidia y odio” (HR 14).
Es tan peligroso albergar sentimientos de celos que en los Diez Mandamientos, junto con la prohibición de matar y robar, está el Mandamiento contra la codicia (ver Éxo. 20:17). Lee Daniel 6:1 al 5, junto con Génesis 37:11 y 1 Samuel 18:6 al 9. ¿Qué papel juegan los celos en todas estas historias?
Las habilidades administrativas de Daniel impresionaron al rey, pero provocaron los celos de otros funcionarios. Por ello, conspiraron para deshacerse de él acusándolo de corrupción. Pero, por más que buscaron, no encontraron fallas en la administración de Daniel. “No podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él” (Dan. 6:4). La palabra aramea traducida como “fiel” también puede traducirse como “confiable”.
Daniel es irreprensible; no hay nada que los funcionarios puedan hacer para presentar una acusación falsa contra él. Sin embargo, también perciben cuán fiel es a su Dios y cuán obediente es a la Ley de su Dios. Así que, pronto se dan cuenta de que, para cercar a Daniel, tendrán que provocar una situación en la que Daniel se enfrente con el dilema de obedecer la Ley de Dios o la ley del Imperio.
Según lo que los funcionarios averiguaron de Daniel, están absolutamente convencidos de que, dadas las condiciones, Daniel se inclinará por la Ley de Dios por sobre la ley del Imperio. ¡Qué testimonio de la fidelidad de Daniel!
¿Qué tipo de luchas con los celos has tenido, y cómo las enfrentaste? ¿Por qué los celos son una falta espiritual tan mortal y paralizante?
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