DE VUELTA AL HOGAR
«Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor». Apocalipsis 14: 13
LA GRAN BABILONIA vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira». Granizo grande, cada piedra «como del peso de un talento» (Apoc. 16: 19-21), hace su obra de destrucción. Las más soberbias ciudades de la tierra son arrasadas. Los palacios suntuosos en que los magnates han malgastado sus riquezas en provecho de su gloria personal, caen en ruinas ante su vista. Los muros de las cárceles se parten de arriba abajo, y son liberados los hijos de Dios que habían sido apresados por su fe.
Los sepulcros se abren y «muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados: unos para vida eterna, otros para vergüenza y confusión perpetua» (Dan. 12: 2). Todos los que murieron en la fe del mensaje del tercer ángel, salen glorificados de la tumba, para oír el pacto de paz que Dios hace con los que guardaron su ley. «Los que lo traspasaron» (Apoc. 1: 7), los que se mofaron y se rieron de la agonía de Cristo y los enemigos más acérrimos de su verdad y de su pueblo, son resucitados para contemplarlo en su gloria y para ver el honor con que serán recompensados los fieles y obedientes.
Densas nubes cubren aún el firmamento; sin embargo el sol se abre paso de vez en cuando, como si fuera el ojo vengador del Señor. Fieros relámpagos rasgan el cielo con fragor, envolviendo a la tierra en claridad de llamaradas. Por encima del ruido aterrador de los truenos, se oyen voces misteriosas y terribles que anuncian la condenación de los impíos. No todos entienden las palabras pronunciadas; pero los falsos maestros las comprenden perfectamente. Los que poco antes eran tan temerarios, jactanciosos y provocativos, y que tanto se regocijaban al ensañarse contra el pueblo de Dios observador de sus mandamientos, se sienten presa de consternación y tiemblan de terror.
Sus llantos dominan el ruido de los elementos. Los demonios confiesan la divinidad de Cristo y tiemblan ante su poder, mientras que los seres humanos claman por misericordia y se revuelcan en terror abyecto.
- Al considerar el día de Dios en santa visión, los antiguos profetas exclamaron:
- «¡Giman, que el día del Señor está cerca! Llega de parte del Todopoderoso como una devastación» (Isa. 13: 6). «¡Métete en la roca, y escóndete en el polvo ante el terror del Señor y el esplendor de su majestad!» (Isa. 2: 10, NVI).— El conflicto de los siglos, cap. 41, pp. 621-622.
- DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2017
- DE VUELTA AL HOGAR
- Elena G. de White
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