miércoles, 6 de diciembre de 2017

La gracia de Dios es suficiente.


DE VUELTA AL HOGAR

«Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes». Santiago 4: 6

EL FIRMAMENTO parece lleno de formas radiantes, «millares de millares y millones de millones» (Apoc. 5: 11, NVI). Ninguna pluma humana puede describir la escena, ni mente mortal alguna es capaz de concebir su esplendor. «Su gloria cubrió los cielos, la tierra se llenó de su alabanza. Su resplandor es como la luz» (Hab. 3: 3-4). A medida que va acercándose la nube, todos los ojos ven al Príncipe de la vida. Ninguna corona de espinas hiere ya sus sagradas sienes, ceñidas ahora por una gloriosa diadema. Su rostro brilla más que la luz deslumbradora del sol de mediodía. «En su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores» (Apoc. 19: 16).

Ante su presencia, «se han puesto pálidos todos los rostros» (Jer. 30: 6); el terror de la desesperación eterna se apodera de los que han rechazado la misericordia de Dios. «Desfallecen los corazones, tiemblan las rodillas, […] palidecen los rostros» (Nah. 2:10, NVI). Los justos gritan temblando: «¿Quién podrá sostenerse de pie?» (Apoc. 6: 17). Termina el canto de los ángeles, y sigue un momento de silencio aterrador. Entonces se oye la voz de Jesús, que dice: «¡Basta mi gracia!». Los rostros de los justos se iluminan y el corazón de todos se llena de gozo. Y los ángeles entonan una melodía más elevada, y vuelven a cantar al acercarse aún más a la tierra.

El Rey de reyes desciende en la nube, envuelto en llamas de fuego. El cielo se recoge como un libro que se enrolla, la tierra tiembla ante su presencia, y todo monte y toda isla se mueven de sus lugares. «Vendrá nuestro Dios y no callará; fuego consumirá delante de él y tempestad poderosa lo rodeará. Convocará a los cielos de arriba y a la tierra, para juzgar a su pueblo» (Sal. 50: 3-4). […]

Cesaron las burlas. Callaron los labios mentirosos. El choque de las armas y el tumulto de la batalla, «y todo manto revolcado en sangre» (Isa. 9: 5), han concluido. Solo se oyen ahora voces de oración, llanto y lamentación. De las bocas que se mofaban poco antes, estalla el grito: «El gran día de su ira ha llegado y ¿quién podrá sostenerse en pie?» (Apoc. 6: 17). Los impíos piden ser sepultados bajo las rocas de las montañas, antes que ver la cara de Aquel a quien han despreciado y rechazado.— El conflicto de los siglos, cap. 41, pp. 622-625.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2017
DE VUELTA AL HOGAR
Elena G. de White



No hay comentarios:

Publicar un comentario