viernes, 19 de enero de 2018

Los anteojos de mi padre.



Pero dichosos los ojos de ustedes porque ven, y sus oídos porque oyen. (Mat. 13:16).

Mi padre falleció en el año 2005. Como entonces mi mamá no tenía fuerzas para ocuparse de sus pertenencias, hasta dos años después de su muerte no comenzamos con el proceso de ordenar y limpiar todo. Al revisar el ropero de mi padre, encontré unos artículos personales, como un reloj de bolsillo que había pertenecido a nuestro abuelo, varios periódicos y anteojos; seis pares de anteojos.

Probablemente, tenía todos esos pares por si se rompía uno. Fácilmente, podía volverá usar el “par viejo” para ahorrar un poco de dinero, o hasta que pudiese comprar otro par. Por curiosidad, decidí probármelos, para comprobar el tipo de visión que tenía mi padre. ¡Qué sorpresa me llevé! Mi papá, que se quedaba hasta tarde leyendo libros, el periódico o el último número del Selecciones del Reader’s Digest, al parecer, era ciego de un ojo. Yo podía ver a través de la lente de un ojo, pero con la otra lente todo me parecía una niebla cerrada. Comencé a llorar. Papá realmente tenía mala visión. Lo más probable es que esa fuera la razón por la cual siempre me decía que llevara a mis hijos al oftalmólogo.

Fue entonces que recordé una historia sobre su “ojo perezoso”, que papá me había contado cuando era niña. Él me contó: “Recuerdo estar con mis padres en la calesa, cuando tenía unos cinco años. Tapaba con una mano un ojo y veía bien, pero cuando cubría el otro ojo, todo se veía oscuro, con un rayito de luz que se filtraba. Cuando fui mayor, mis padres me compraron anteojos, pero mi visión era muy pobre con un ojo. Si tan solo alguien me hubiera puesto un parche en el ojo bueno, para que mi ojo malo trabajara con más empeño en fortalecerse, podría haber tenido una mejor visión toda mi vida”. Así que durante noventa años, mi padre no había visto bien. Aun así, crió una familia, mantuvo su trabajo y vivió con normalidad. Nunca nos dimos cuenta de que su visión no era perfecta.

Cuán a menudo observamos a una persona sin tener ¡dea de la manera en que percibe el mundo. ¿”Ven” las cosas a través de ojos nublados, que hacen que la vida sea amarga? ¿O tienen una visión clara y reflejan gozo en el brillo de sus ojos? Es muy probable que Rielen Keller, que perdió la vista a los dos años, nunca hubiera recordado ver nada. Pero su visión interna era de felicidad, deleite y pensamientos positivos. Si pudiéramos ver a través de los ojos de otros, quizás entenderíamos mejor sus decisiones. Quizás hasta veríamos las cosas de la manera en que Dios quiere que veamos el mundo.

CHARLOTTE ROBINSON
vive en Arkansas, EE. UU., y trabaja en McKee Foods, una fábrica de comida.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2018
BENDECIDA 
Ardis Dick Stenbakken
Lecturas Devocionales para Mujeres 2018

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