Lee Romanos 7:12. ¿De qué forma entendemos este versículo en el contexto de lo que Pablo ha venido analizando?
Como los judíos veneraban la Ley, Pablo la exalta de todas las maneras posibles. La Ley es buena para lo que hace, pero no puede hacer lo que nunca estuvo destinada a hacer: salvarnos del pecado. Para eso necesitamos a Jesús, porque la Ley (ya sea todo el sistema judío o la Ley Moral en particular) no puede ofrecer salvación. Solo pueden Jesús y su justicia, que recibimos mediante la fe.
¿A quién culpa Pablo por su condición de “muerte”, y qué exonera? ¿Por qué es importante esta distinción? Rom. 7:13.
¿Luego lo que es bueno, vino a ser muerte para mí?
En ninguna manera; sino que el pecado, para mostrarse pecado,
produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno,
a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser
sobremanera pecaminoso.
En Romanos 7:13, Pablo presenta la “Ley” de la mejor manera posible. Decide culpar al pecado, no a la Ley, por su terrible condición pecaminosa; es decir, por su obrar con “toda codicia” (Rom. 7:8). La Ley es buena, porque es el patrón de conducta de Dios, pero como pecador Pablo está condenado ante ella.
14Porque sabemos que la ley es espiritual;
mas yo soy carnal, vendido al pecado.
15 Porque lo que hago, no lo entiendo;
pues no hago lo que quiero,
sino lo que aborrezco, eso hago.
Carnal significa lascivo, o lujurioso. Por este motivo, Pablo necesitaba a Jesucristo. Solo Jesucristo podía quitar la condenación (Rom. 8:1). Solo Jesucristo podía liberarlo de la esclavitud del pecado.
Pablo se describe a sí mismo como “vendido al pecado”. Es esclavo del pecado. No tiene libertad. No puede hacer lo que quiere. Él trata de hacer lo que la buena Ley le dice que haga, pero el pecado no se lo permitirá.
Con esta ilustración, Pablo estaba tratando de mostrar a los judíos su necesidad del Mesías. Ya había señalado que la victoria solo es posible bajo la gracia (Rom. 6:14). Este mismo pensamiento se vuelve a enfatizar en Romanos 7. Vivir bajo la “Ley” significa ser esclavo del pecado, un amo despiadado.
Según tu propia experiencia, ¿cómo te esclaviza el pecado? ¿Has tratado alguna vez de jugar con el pecado, pensando que podrías controlarlo a tu antojo, solo para encontrarte bajo un capataz vicioso y despiadado? ¡Bienvenido a la realidad! ¿Por qué, entonces, debes entregarte a Jesús y morir al yo a diario?
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