viernes, 18 de agosto de 2017

Notas de Elena. ¿Por qué volver a la esclavitud?


Jueves 17 de agosto.

Pablo vivió de tal manera entre los gálatas que pudo decir más tarde: “Os ruego, sed como yo” (Gálatas 4:12). Sus labios habían sido tocados con un carbón encendido del altar, y fue habilitado para sobreponerse a las debilidades corporales y presentar a Jesús como la única esperanza del pecador. Los que lo oían sabían que había estado con Jesús. Dotado de poder de lo alto, era capaz de comparar lo espiritual con lo espiritual, y de derribar las fortalezas de Satanás. Los corazones eran quebrantados por la presentación del amor de Dios, como estaba revelado en el sacrificio de su Hijo unigénito, y muchos eran inducidos a preguntar: ¿Qué debo hacer para ser salvo?

Este método de presentar el evangelio caracterizaba las labores del apóstol en el curso de todo su ministerio entre los gentiles. Siempre conservaba ante ellos la cruz del Calvario. “No nos predicamos a nosotros mismos —declaró en los últimos años de su vida—, sino a Jesucristo, el Señor; y nosotros vuestros siervos por Jesús. Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Corintios 4:5, 6) (Los hechos de los apóstoles, pp. 169, 170).

La pureza y la integridad de nuestra vida religiosa dependen no solo de la verdad que aceptamos, sino de la compañía en que andamos, y de la atmósfera moral que respiramos. La fe, la elasticidad y el vigor, la esperanza, el gozo, la duda y los temores, la pereza, la estupidez, la envidia, los celos, la desconfianza, el egoísmo, la indocilidad y la apostasía, son el resultado de las asociaciones que formamos, de la compañía en que andamos, y del aire que respiramos.

El formar asociaciones incorrectas producirá resultados desdichados… Es posible leer la Biblia y ofrecer oraciones, y sin embargo no habrá un aumento de la salud espiritual, no habrá un crecimiento del alma, mientras esté contaminado el aire que se respira. … Los creyentes debieran ejercer el mayor cuidado para colocarse en estrecha relación con Dios y con aquellos que han sido enseñados por Dios. Resulta doloroso ver a aquellos que han creído la verdad presente caer en las redes de Satanás (Nuestra elevada vocación, p. 257).

Todos estamos propensos a cometer errores. Por lo tanto, la Palabra de Dios nos dice llanamente cómo corregir y remediar esas faltas. Nadie puede decir que nunca comete un error, que jamás ha pecado; pero es importante considerar qué habéis hecho con esos errores. El apóstol Pablo cometió ofensivas faltas, pensando todo el tiempo que servía a Dios, pero cuando el Espíritu del Señor le mostró las cosas iluminadas por la luz verdadera, confesó sus males, y reconoció la gran misericordia de Dios manifestada al perdonar su transgresión…

Los que reciben el reproche y la corrección como de Dios, y así pueden ver y corregir sus errores, están aprendiendo preciosas lecciones aun de sus errores. Su aparente fracaso se convierte en victoria. Se paran, no confiando en su propia fuerza, sino en el poder de Dios. Tienen sinceridad, entusiasmo y amor, combinados con humildad y regulados por los preceptos de la Palabra de Dios… Caminan, no tambaleantes sino seguros, en un sendero iluminado por la luz del cielo (That IMay Know Him, p. 239; parcialmente en A fin de conocerle, p. 238).

Viernes 18 de agosto: Para estudiar y meditar
A fin de conocerle, “A Dios sea la gloria”, pp. 126, 127.


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