domingo, 20 de agosto de 2017

Cuando la guerra llegó a su fin.


“Jehová de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob”. “Que hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra, que quiebra el arco, corta la lanza, y quema los carros en el fuego” (Salmo 46:7, 9).

Y, finalmente, llegó la paz. Fue el 20 de agosto de 1866. Andrew Johnson (presidente de Estados Unidos) declaró formalmente la finalización de la Guerra de Secesión estadounidense, que ensangrentaba al país desde 1861.

Este conflicto se trató de una guerra civil que tuvo dos bandos enemigos: las fuerzas de los Estados del Norte (la Unión), por un lado; y los Estados Confederados de América, integrados por once Estados del Sur, que proclamaron su independencia, por el otro.
Esta guerra fue un hecho traumático en la historia de los Estados Unidos y costó cerca de 617 mil vidas. No obstante, permitió que se solucionaran problemas irresueltos, como la abolición de la esclavitud.

Y tú, ¿cuántas lágrimas has derramado en el gran conflicto con el pecado? ¿Cuántos seres queridos has perdido? ¿Cuántos fracasos cuentas en tu inventario? ¿Cuántas noches sin dormir? ¿Cuántas angustias y nervios?

Estamos inmersos en la guerra del bien contra el mal, y no podemos ser neutrales. En esta, como en toda guerra, hay pérdidas,, llanto, dolor y decepciones. Sin embargo, podemos estar tranquilos porque ya existe un resultado: la guerra está ganada por Jesús. El Calvario y la tumba vacía consumaron la victoria. Muy pronto, Dios terminará este conflicto. La promesa es segura: “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas” (Apoc. 21:4, 5).

Hoy puede ser un día histórico si resuelves ser fiel a Dios, el vencedor de esta contienda cósmica, y si te decides a obedecer sus mandatos y cumplir su voluntad.

“El gran conflicto ha terminado. Ya no hay más pecado ni pecadores. Todo el universo está limpio. Una misma pulsación de armonía y júbilo late a través de la vasta creación. Del Ser que todo lo creó manan vida, luz y contentamiento por toda la extensión del espacio infinito. Desde el átomo más imperceptible hasta el mundo más grande, todas las cosas, animadas e inanimadas, declaran, en su belleza sin mácula y en gozo perfecto, que Dios es amor” (Elena de White, El conflicto de los siglos, pp. 736, 737). PA

Tomado de:

DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2017
UN DÍA HISTÓRICO
Pablo Ale – Marcos Blanco
Lecturas devocionales para Jóvenes 2017


La red del evangelio.

Obra de Hal Lasko.

«Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red que, echada al mar, recoge toda clase de peces». Mateo 13: 47

«ASIMISMO EL REINO de los cielos es semejante a una red que, echada al mar, recoge toda clase de peces. Cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan y recogen lo bueno en cestas y echan fuera lo malo. Así será al fin del mundo: saldrán los ángeles y apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes» (Mateo 13: 47-50).

El echar la red es la predicación del evangelio. Esto reúne en la iglesia tanto a buenos como a malos. Cuando se complete la misión del evangelio, el juicio realizará la obra de separación. Cristo vio cómo la existencia de los falsos hermanos en la iglesia haría que se hablara mal del camino de la verdad. El mundo injuriaría el evangelio a causa de las vidas inconsecuentes de los falsos cristianos. Esto haría que hasta los mismos creyentes tropezaran al ver que muchos que llevaban el nombre de Cristo no eran dirigidos por su Espíritu. A causa de que estos pecadores habían de estar en la iglesia, los seres humanos correrían el riesgo de pensar que Dios disculpaba sus pecados. Por lo tanto, Cristo levanta el velo del futuro, y permite que todos contemplen que es el carácter, y no la posición, lo que decide el destino de la humanidad.

Tanto la parábola de la cizaña como la de la red enseñan claramente que no hay un tiempo en el cual todos los malos se volverán a Dios. El trigo y la cizaña crecen juntos hasta la cosecha. Los buenos y los malos peces son llevados juntamente a la orilla para efectuar una separación final.

Además, estas parábolas enseñan que no habrá más tiempo de gracia después del juicio. Una vez concluida la obra del evangelio, sigue inmediatamente la separación de los buenos y los malos, y el destino de cada clase de personas queda fijado para siempre.

Dios no desea la destrucción de nadie. «Tan cierto como que yo vivo —afirma el Señor omnipotente—, que no me alegro con la muerte del malvado, sino con que se convierta de su mala conducta y viva. ¡Conviértete, pueblo de Israel; conviértete de tu conducta perversa! ¿Por qué habrás de morir?» (Eze. 33: 11, NVI). Durante el tiempo de gracia, su Espíritu está induciendo a los hombres a que acepten el don de vida. Son únicamente aquellos que rechazan sus ruegos los que serán dejados para perecer. Dios ha declarado que el pecado debe ser destruido por ser un mal ruinoso para el universo. Los que se adhieren al pecado perecerán cuando este sea destruido.— Palabras de vida del gran Maestro, cap. 10, pp. 93-94.

Tomado de:

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2017
DE VUELTA AL HOGAR
Elena G. de White
Lecturas devocionales para Adultos 2017


viernes, 18 de agosto de 2017

Notas de Elena. ¿Por qué volver a la esclavitud?


Jueves 17 de agosto.

Pablo vivió de tal manera entre los gálatas que pudo decir más tarde: “Os ruego, sed como yo” (Gálatas 4:12). Sus labios habían sido tocados con un carbón encendido del altar, y fue habilitado para sobreponerse a las debilidades corporales y presentar a Jesús como la única esperanza del pecador. Los que lo oían sabían que había estado con Jesús. Dotado de poder de lo alto, era capaz de comparar lo espiritual con lo espiritual, y de derribar las fortalezas de Satanás. Los corazones eran quebrantados por la presentación del amor de Dios, como estaba revelado en el sacrificio de su Hijo unigénito, y muchos eran inducidos a preguntar: ¿Qué debo hacer para ser salvo?

Este método de presentar el evangelio caracterizaba las labores del apóstol en el curso de todo su ministerio entre los gentiles. Siempre conservaba ante ellos la cruz del Calvario. “No nos predicamos a nosotros mismos —declaró en los últimos años de su vida—, sino a Jesucristo, el Señor; y nosotros vuestros siervos por Jesús. Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Corintios 4:5, 6) (Los hechos de los apóstoles, pp. 169, 170).

La pureza y la integridad de nuestra vida religiosa dependen no solo de la verdad que aceptamos, sino de la compañía en que andamos, y de la atmósfera moral que respiramos. La fe, la elasticidad y el vigor, la esperanza, el gozo, la duda y los temores, la pereza, la estupidez, la envidia, los celos, la desconfianza, el egoísmo, la indocilidad y la apostasía, son el resultado de las asociaciones que formamos, de la compañía en que andamos, y del aire que respiramos.

El formar asociaciones incorrectas producirá resultados desdichados… Es posible leer la Biblia y ofrecer oraciones, y sin embargo no habrá un aumento de la salud espiritual, no habrá un crecimiento del alma, mientras esté contaminado el aire que se respira. … Los creyentes debieran ejercer el mayor cuidado para colocarse en estrecha relación con Dios y con aquellos que han sido enseñados por Dios. Resulta doloroso ver a aquellos que han creído la verdad presente caer en las redes de Satanás (Nuestra elevada vocación, p. 257).

Todos estamos propensos a cometer errores. Por lo tanto, la Palabra de Dios nos dice llanamente cómo corregir y remediar esas faltas. Nadie puede decir que nunca comete un error, que jamás ha pecado; pero es importante considerar qué habéis hecho con esos errores. El apóstol Pablo cometió ofensivas faltas, pensando todo el tiempo que servía a Dios, pero cuando el Espíritu del Señor le mostró las cosas iluminadas por la luz verdadera, confesó sus males, y reconoció la gran misericordia de Dios manifestada al perdonar su transgresión…

Los que reciben el reproche y la corrección como de Dios, y así pueden ver y corregir sus errores, están aprendiendo preciosas lecciones aun de sus errores. Su aparente fracaso se convierte en victoria. Se paran, no confiando en su propia fuerza, sino en el poder de Dios. Tienen sinceridad, entusiasmo y amor, combinados con humildad y regulados por los preceptos de la Palabra de Dios… Caminan, no tambaleantes sino seguros, en un sendero iluminado por la luz del cielo (That IMay Know Him, p. 239; parcialmente en A fin de conocerle, p. 238).

Viernes 18 de agosto: Para estudiar y meditar
A fin de conocerle, “A Dios sea la gloria”, pp. 126, 127.


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¿Debemos cumplir la ley? por Steve Wohlberg

domingo, 13 de agosto de 2017

A la hoguera por hereje.


Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes son verdaderamente libres” (Juan 8:36, NTV).

Supuestamente, no estaba allí para quedarse. Solo estaba de paso hada Italia, pero hizo escala en Ginebra. No tardó en ser reconocido y, ese 13 de agosto de 1533, Calvino mismo hada arrestar a Miguel Servet, acusándolo de hereje.

Miguel Servet, llamado también Miguel de Villanueva, Michel de Villeneuve o, en latín, Michael Servetus, fue un teólogo y científico español. Sus intereses abarcaron muchas ciencias: astronomía, meteorología, geografía, jurisprudencia, teología, física, matemáticas, anatomía y medicina. Gran parte de su renombre se debe a su trabajo sobre la circulación pulmonar, descrita en su obra Christianismi Restitutio.

Miguel Servet fue un activo participante en la Reforma Protestante. Sin embargo, sus puntos de vista sobre la Trinidad (era antitrinitario en su cristología) y su condena del bautismo infantil hizo que fuera repudiado por católicos y protestantes por igual. Luego de ser apresado, fue sometido a juicio y condenado a la hoguera por orden del Consejo de la Ciudad y las Iglesias Reformadas de los Cantones, entre las que predominaba la influencia de Juan Calvino.

“Por estas y otras razones te condenamos, M. Servet, a que te aten y lleven al lugar de Champel, que allí te sujeten a una estaca y te quemen vivo, junto a tu libro manuscrito e impreso, hasta que tu cuerpo quede reducido a cenizas, y así termines tus días para que quedes como ejemplo para otros que quieran cometer lo mismo”.

La muerte de Miguel Servet originó un movimiento de reconocimiento de la libertad religiosa y de expresión de las ideas. Su ejecución escandalizó a muchos protestantes, que se oponían a la persecución de las personas por razones de fe. Los protestantes que habían sido perseguidos y martirizados por su fe, ahora se colocaban la capucha de verdugo. Sebastián Castellion realizaba esta crítica de lo que sucedió en Ginebra: “Matar a un hombre no es defender una doctrina, es matar a un hombre. Cuando los ginebrinos ejecutaron a Servet, no defendieron una doctrina, mataron a un hombre”. Para Castellion, el fin nunca justifica los medios.

Como adventistas, creemos que se nos ha confiado la bandera de la libertad religiosa, y defendemos la libertad de conciencia y de expresión de las ideas, aun aquellas que son contrarias a las nuestras. La libertad, que Dios mismo nos ha dado, de escoger nunca puede ser coartada por aquellos que se dicen sus hijos.

En medio de una sociedad intolerante, hoy podemos ser portadores del mensaje de libertad. MB


Tomado de:

DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2017
UN DÍA HISTÓRICO
Pablo Ale – Marcos Blanco
Lecturas devocionales para Jóvenes 2017.


viernes, 11 de agosto de 2017

El Cierre de la Puerta de la Gracia | Elena White.



Pronto se dirá en el cielo: “Hecho es”. “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía. He aquí yo vengo presto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (Apoc. 22:11-12). Cuando se promulgue esa decisión, todo caso estará ya decidido.


No debemos permanecer más en un terreno donde podamos ser fascinados. Nos aproximamos rápidamente al término de nuestro tiempo de gracia. Pregúntese cada alma: ¿Cómo estoy delante de Dios? No sabemos cuán pronto nuestros nombres puedan ser puestos en los labios de Cristo y sean decididos finalmente nuestros casos. ¡Cuáles, oh cuáles, serán esas decisiones! ¿Seremos contados con los justos o seremos incluidos entre los impíos?”. 1MS:145-146.

jueves, 10 de agosto de 2017

La santificación total del hombre.




Renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Efesios 4:23, 24.


La verdad debe santificar a todo el hombre: su mente, sus pensamientos, su corazón, sus energías. Sus facultades vitales no deben consumirse en prácticas concupiscentes. Estas deben ser vencidas, o lo vencerán a él…

La mente está nublada por la malaria sensual. Los pensamientos necesitan purificación. ¡Qué no podrían haber sido los hombres y las mujeres si hubieran comprendido que la manera en que se trata el cuerpo es de vital importancia para el vigor y la pureza de la mente y del corazón!

El verdadero cristiano participa de experiencias que producen santificación. Queda sin una mancha de culpa en la conciencia, sin una mancha de corrupción en el alma. La espiritualidad de la ley de Dios con sus principios restrictivos, penetra en su vida. La luz de la verdad irradia en su entendimiento. Un resplandor de perfecto amor por el Redentor despeja el miasma que se ha interpuesto entre su alma y Dios. La voluntad de Dios se ha convertido en su voluntad: pura, elevada, refinada y santificada. Su rostro revela la luz del cielo. Su cuerpo es un templo adecuado para el Espíritu Santo. La santidad adorna su carácter. Dios puede tener comunión con él, pues el alma y el cuerpo están en armonía con Dios…

Dios quiere que comprendamos que tiene derecho a la mente, el alma, el cuerpo y el espíritu: a todo lo que poseemos. Somos suyos por creación y por redención. Como nuestro Creador, demanda nuestro servicio pleno; como nuestro Redentor, tiene una exigencia tanto de amor como de derecho [sobre nosotros], de amor sin paralelo. Debemos tener en cuenta esa exigencia en cada momento de nuestra existencia… Nuestro cuerpo, nuestra alma, nuestra vida le pertenecen, no sólo porque son una dádiva gratuita, sino porque constantemente nos proporciona sus beneficios y nos fortalece para que usemos nuestras facultades… “A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Juan 1:12…

Los que son hijos de Dios representarán a Cristo en carácter. Sus obras tendrán el perfume de la infinita ternura, la compasión, el amor y la pureza del Hijo de Dios. Y mientras más completamente se entreguen la mente y el cuerpo al Espíritu Santo, mayor será la fragancia de nuestra ofrenda para él.—Comentario Bíblico Adventista 7:921.

DEVOCIONAL MARANATA: EL SEÑOR VIENE
Elena G. de White.


miércoles, 9 de agosto de 2017

Notas de Elena: La ley como nuestro tutor.

Miércoles 9 de agosto: La ley como nuestro tutor


El pecado no mató a la ley, sino que mató la mente camal en Pablo. “Ahora estamos libres de la ley —declara él—, por haber muerto para aquélla en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra” (Romanos 7:6). “¿Luego lo que es bueno, vino a ser muerte para mí? En ninguna manera; sino que el pecado para mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso” (Ro-manos 7:13). “De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” (Romanos 7:12). Pablo llama la atención de sus oyentes a la ley quebrantada y les muestra en qué son culpables. Los instruye como un maestro instruye a sus alumnos, y les muestra el camino de retomo a su lealtad a Dios.

En la transgresión de la ley, no hay seguridad ni reposo ni justificación. El hombre no puede esperar permanecer inocente delante de Dios y en paz con él mediante los méritos de Cristo, mientras continúe en pecado. Debe cesar de transgredir y llegar a ser leal y fiel… Pero sabe que la ley no puede, en ninguna forma, quitar la culpa ni perdonar al transgresor. Debe ir más allá. La ley no es sino el ayo para llevarlo a Cristo. Debe contemplar a su Salvador que lleva los pecados. Y cuando Cristo se le revela en la cruz del Calvario, muriendo bajo el peso de los pecados de todo el mundo, el Espíritu Santo le muestra la actitud de Dios hacia todos los que se arrepienten de sus transgresiones. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16) (Mensajes selectos, t. 1, p. 250).

Muchos dan por sentado que son cristianos simplemente porque aceptan ciertos dogmas teológicos. Pero no han hecho penetrar la ver-dad en la vida práctica. No la han creído ni amado; por lo tanto no han recibido el poder y la gracia que provienen de la santificación de la verdad. Los hombres pueden profesar creer en la verdad; pero esto no los hace sinceros, bondadosos, pacientes y tolerantes, ni les da aspiraciones celestiales; es una maldición para sus poseedores, y por la influencia de ellos es una maldición para el mundo.

La justicia que Cristo enseñaba es la conformidad del corazón y de la vida a la voluntad revelada de Dios. Los hombres pecaminosos pueden llegar a ser justos únicamente al tener fe en Dios y mantener una relación vital con él. Entonces la verdadera piedad elevará los pensamientos y ennoblecerá la vida. Entonces las formas externas de la religión armonizarán con la pureza interna del cristiano. Entonces las ceremonias requeridas en el servicio de Dios no serán ri-tos sin significado como los de los hipócritas fariseos.

Jesús consideró los mandamientos por separado, y explicó la profundidad y anchura de sus requerimientos. En vez de quitarles una jota de su fuerza, demostró cuán abarcantes son sus principios y des-enmascaró el error fatal de los judíos en su demostración exterior de obediencia (El Deseado de todas las gentes, p. 276).


lunes, 7 de agosto de 2017

Notas de Elena “Confinados bajo la ley”


Notas de Elena | Lunes 7 de agosto 2017 | “Confinados bajo la ley” | Escuela Sabática
Lunes 7 de agosto: “Confinados bajo la ley”


No hay otro camino para la salvación del hombre. Dice Cristo: “Separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5). Mediante Cristo, y solo mediante él, las fuentes de la vida pueden vitalizar la naturaleza del hombre, transformar sus gustos y hacer que sus afectos fluyan hacia el cielo. Mediante la unión de la naturaleza divina con la humana, Cristo podría iluminar el entendimiento e infundir sus pro-piedades dadoras de vida al alma muerta en delitos y pecados.

Cuando la mente es atraída a la cruz del Calvario, en una visión imperfecta, Cristo es discernido en la vergonzosa cruz. ¿Por qué murió? A consecuencia del pecado. ¿Qué es pecado? La transgresión de la ley. Entonces se abren los ojos para ver el carácter del pecado. La ley es quebrantada pero no puede perdonar al transgresor. Es nuestro ayo, que condena al castigo. ¿Dónde está el remedio? La ley nos lleva a Cristo, que pendió de la cruz para que pudiera impartir su justicia al hombre caído y pecaminoso y así presentar a los hombres ante su Padre en su propio carácter perfecto (Mensajes selectos, t. 1, p. 400).

La sofistería de Satanás consiste en hacer creer que la muerte de Cristo trajo la gracia que reemplazó a la ley. La muerte de Cristo no cambia o anula o debilita en el menor grado la ley de los diez mandamientos. Esa preciosa gracia ofrecida al hombre por medio de la sangre de Cristo, establece la ley de Dios. Desde la caída del hombre, el gobierno moral de Dios y su gracia son inseparables. Van de la mano a través de todas las dispensaciones. “La misericordia y la verdad se encontraron: la justicia y la paz se besaron” (Salmo 85:10).

La obediencia a sus estatutos y leyes constituye la vida y la prosperidad de su pueblo.

La influencia de una esperanza evangélica no inducirá al pecador a considerar la salvación de Cristo como un asunto de libre gracia, mientras continúa viviendo en transgresión a la ley de Dios… Reformará sus caminos, llegará a ser leal a Dios por medio de la fortaleza obtenida de su Salvador, y vivirá una vida pura y nueva (The Faith I Live By, p. 89; parcialmente en La fe por la cual vivo, p. 91 y La maravillosa gracia de Dios, p. 144).

Al hablar a los gentiles, Pablo ensalzaba a Cristo, presentándoles luego las imposiciones vigentes de la ley. Demostraba cómo la luz reflejada por la cruz del Calvario daba significado y gloria a toda la dispensación judaica.

Así variaba el apóstol su manera de trabajar, y adaptaba el mensaje a las circunstancias en que se veía colocado. Después de trabajar pacientemente, obtenía gran éxito; aunque eran muchos los que no querían ser convencidos. Algunos hay hoy día que no serán convencidos por ningún método de presentar la verdad; y el que trabaja para Dios debe estudiar cuidadosamente los mejores métodos, a fin de no despertar prejuicios ni espíritu combativo (Obreros evangélicos, p. 124).


Himno: El Rey que viene cerca está