miércoles, 29 de enero de 2020

Alzar los ojos al cielo




Durante siete años, Nabucodonosor fue el asombro de todos sus súbditos; durante siete años fue humillado delante de todo el mundo.

Al cabo de ese tiempo, la razón le fue devuelta, y mirando con humildad hacia el Dios del cielo, reconoció en su castigo la intervención de la mano divina. En una proclamación pública, confesó su culpa, y la gran misericordia de Dios al devolverle la razón. Dijo: 

“Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi sentido me fue vuelto; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre; porque su señorío es sempiterno, y su reino por todas las edades. Y todos los moradores de la tierra por nada son contados: y en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, hace según su voluntad: ni hay quien estorbe su mano, y le diga: ¿Qué haces?




“En el mismo tiempo mi sentido me fue vuelto, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis grandes me buscaron; y fui restituido a mi reino, y mayor grandeza me fue añadida” (Profetas y reyes, p. 382).


Lucifer había pecado en el cielo en la luz de la gloria de Dios. A él como a ningún otro ser creado había sido dada una revelación del amor de Dios. Comprendiendo el carácter de Dios y conociendo su bondad, Satanás decidió seguir su propia voluntad egoísta e independiente. Su elección fue final. No había ya nada que Dios pudiese hacer para salvarle. Pero el hombre fue engañado; su mente fue entenebrecida por el sofisma de Satanás. No conocía la altura y la profundidad del amor de Dios. Para él había esperanza en el conocimiento del amor de Dios. Contemplando su carácter, podía ser atraído de vuelta a Dios.

Mediante Jesús, la misericordia de Dios fue manifestada a los hombres; pero la misericordia no pone a un lado la justicia. La ley revela los atributos del carácter de Dios, y no podía cambiarse una jota o una tilde de ella para ponerla al nivel del hombre en su condición caída. Dios no cambió su ley, pero se sacrificó, en Cristo, por la redención del hombre. “Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo a sí. 2 Corintios 5:19 (El Deseado de todas las gentes, p. 710).

Acerca de su pueblo, Dios dice: “Serán como piedras de una diadema, relumbrando sobre su tierra. ¡Porque cuán grande es su bondad! iy cuán grande es su hermosura!” La exaltación de los redimidos será un testimonio eterno de la misericordia de Dios...


Por medio de la obra redentora de Cristo, el gobierno de Dios queda justificado. El Omnipotente es dado a conocer como el Dios de amor. Las acusaciones de Satanás quedan refutadas y su carácter desenmascarado. La rebelión no podrá nunca volverse a levantar. El pecado no podrá nunca volver a entrar en el universo. A través de las edades eternas, todos estarán seguros contra la apostasía. Por el sacrificio abnegado del amor, los habitantes de la tierra y del cielo quedarán ligados a su Creador con vínculos de unión indisoluble 

(El Deseado de todas las gentes, pp. 17, 18).

martes, 28 de enero de 2020

EL ALTÍSIMO GOBIERNA…



A pesar de que se le dijo que se arrepintiera y buscara el perdón de Dios, el implacable orgullo de Nabucodonosor hace que se ejecute el decreto celestial (Dan. 4:28–33 ( CB ) ). Mientras el rey se pasea por el palacio y se jacta de lo que ha logrado, sufre una condición mental que fuerza su expulsión del palacio real. Es posible que haya experimentado una patología llamada licantropía clínica, o zoantropía. Esa condición lleva al paciente a actuar como un animal. En los tiempos modernos, esta enfermedad se denomina “disforia de las especies”, la sensación de que el cuerpo de uno es de la especie equivocada y, por lo tanto, el deseo de ser un animal.

Lee 2 Reyes 20:2 al 5 ( CB ) ; Jonás 3:10 ( CB ) ; y Jeremías 18:7 y 8 ( CB ) . ¿Qué nos dicen estos versículos de la posibilidad que tuvo el rey de evitar el castigo?

Lamentablemente, Nabucodonosor tuvo que aprender por las malas.

Cuando estaba investido de poder real, Nabucodonosor no tuvo la capacidad de reflexionar sobre su relación con Dios. Por lo tanto, al privar al rey de la autoridad real y enviarlo a vivir con las bestias del campo, Dios le da la oportunidad de reconocer su total dependencia de él. De hecho, la última lección que Dios quiere enseñarle al rey arrogante es que “el cielo gobierna” (Dan. 4:26). Por cierto, el juicio sobre el rey tiene un propósito aún mayor en el plan de Dios, tal como se expresa claramente en el decreto de los seres celestiales: “Para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres” (Dan. 4:17). 


En otras palabras, la disciplina aplicada a Nabucodonosor debería ser una lección para todos nosotros también. Debido a que pertenecemos al grupo de “los vivientes”, deberíamos prestar más atención a la lección principal que debemos aprender: que “el Altísimo gobierna el reino de los hombres”. 


¿Por qué es vital aprender la importantísima lección de que el Altísimo gobierna? Este conocimiento, por ejemplo, ¿cómo debería impactar en nuestra forma de tratar a aquellos sobre quienes ejercemos poder?
================== LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA I TRIMESTRE DEL 2020 Narrado por: Daniel Herrera Desde: Colombia

lunes, 27 de enero de 2020

Notas de Elena - 27 de Enero del 2020 - La advertencia del profeta

LA ADVERTENCIA DEL PROFETA


LA ADVERTENCIA DEL PROFETA Lee Daniel 4:27 ( CB ) . Además de advertirle sobre lo que sucederá, ¿qué le dice Daniel al rey que haga y por qué? (Ver además Prov. 14:31 ( CB ) .) .

Daniel no solo interpreta el sueño, sino además le indica a Nabucodonosor una manera de salir de su situación: “Por tanto, oh rey, acepta mi consejo: tus pecados redime con justicia, y tus iniquidades haciendo misericordias para con los oprimidos, pues tal vez será eso una prolongación de tu tranquilidad” (Dan. 4:27).

Nabucodonosor realiza una obra descomunal de edificación en Babilonia. Los jardines, un sistema de canales y cientos de templos y otros proyectos de construcción convierten a la ciudad en una de las maravillas del mundo antiguo. Pero ese esplendor y belleza, al menos en parte, se logra mediante la explotación de la mano de obra esclava y la desatención de los pobres.

Además, la riqueza del imperio se utiliza para gratificar los placeres del rey y su entorno. Por lo tanto, el orgullo de Nabucodonosor no solo le impide reconocer a Dios, sino además, como consecuencia, lo hace ajeno a las dificultades de los necesitados. Dado el cuidado especial que Dios muestra por los pobres, no es de extrañar que, de los otros posibles pecados que Daniel podría haber resaltado ante el rey, señale el pecado de descuidar a los pobres.

El mensaje para Nabucodonosor no es nuevo en absoluto. Los profetas del Antiguo Testamento a menudo advierten al pueblo de Dios contra la opresión de los pobres. De hecho, entre los pecados que provocan el exilio del rey, se destaca el abandono de los necesitados. Después de todo, la compasión por los pobres es la máxima expresión de la caridad cristiana; a la inversa, la explotación y el abandono de los pobres constituye un ataque a Dios mismo. Al cuidar de los necesitados, reconocemos que Dios es dueño de todo; lo que significa que no somos dueños, sino simplemente administradores de los bienes de Dios. Al servir a otros con nuestras posesiones, honramos a Dios y reconocemos su señorío. Es la pertenencia de Dios la que en última instancia debe determinar el valor y la función de las posesiones materiales. Aquí es donde falla Nabucodonosor, y nosotros también nos arriesgamos a fallar, a menos que reconozcamos la soberanía de Dios sobre nuestros logros y manifestemos nuestro reconocimiento de esta realidad ayudando a los necesitados.

================= LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA I TRIMESTRE DEL 2020 Narrado por: Daniel Herrera Desde: Colombia

sábado, 18 de enero de 2020

DEL HORNO AL PALACIO

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Daniel 3; Apocalipsis 13:11–18; Éxodo 20:3–6; Deuteronomio 6:4; 1 Corintios 15:12–26; Hebreos 11. PARA MEMORIZAR:

“He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado” (Dan. 3:17, 18).

“Así estos jóvenes, imbuidos del Espíritu Santo, declararon a toda la nación su fe de que el que ellos adoraban era el único Dios verdadero y viviente [...]. Para impresionar a los idólatras con el poder y la grandeza del Dios viviente, sus siervos deben mostrar su reverencia hacia Dios. Deben manifestar que él es el único objeto de su honra y adoración y que [...] ni aun la preservación de su vida misma podrá inducirlos a hacer la menor concesión a la idolatría” (ELC 151). Aunque afrontar la amenaza de muerte debido a la cuestión de la adoración puede parecer algo de una época precientífica y supersticiosa, las Escrituras revelan que en el tiempo del fin, cuando el mundo haya progresado mucho, ocurrirá algo similar, pero a escala mundial. Por lo tanto, al estudiar esta historia, tenemos una vislumbre de las cuestiones que, según las Escrituras, enfrentarán los fieles de Dios.

LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA Lectura del Folleto de Adultos Lección 4: Para el 25 de enero del 2020 DEL HORNO ARDIENTE AL PALACIO 1er. Trimestre 2020 DANIEL – El libro de Daniel




















jueves, 9 de enero de 2020

El examen final








“A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños”. Daniel 1:17. Estos jóvenes tenían al Señor como su educador. Los eslabones de oro de la cadena del cielo conectaban lo finito con lo infinito. Eran partícipes de la naturaleza divina. Tenían sumo cuidado en mantenerse en contacto con Dios. Oraban y estudiaban y ponían en juego en su vida práctica mentes estrictamente escrupulosas y humildes. La palabra del Señor era su comida y su bebida. “En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos”...

Cuando los hijos de la fe, con ferviente oración, se consagren a Dios sin reserva, el Señor honrará su fe y los bendecirá con una mente clara... (Reflejemos a Jesús, p. 135).

En los días más oscuros, cuando las apariencias sean de lo más lúgubres, no temáis. Tened fe en Dios. Él está obrando su voluntad, haciendo bien todas las cosas en favor de su pueblo. La fuerza de aquellos que le aman y le sirven será renovada de día en día. Su sabiduría será puesta al servicio de ellos para que no tropiecen al llevar a cabo sus propósitos...

Nuestra fe deberá resistir toda la presión que se ponga sobre ella. Dios puede y quiere otorgar a sus siervos toda la fuerza que necesiten.

Dijo el experimentado apóstol Pablo: “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”. 2 Corintios 12:9, 10 (Testimonios para la iglesia, t. 8, p. 18).

Dios quiere valerse de los que están dispuestos a servirle. No es la obra de los más brillantes ni de los más talentosos la que da los mayores resultados ni los más duraderos. Se necesitan hombres y mujeres que hayan oído el mensaje del Cielo. Los más eficientes son los que responden al llamamiento: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí”. Mateo 11:29...

Si aquellos a quienes Dios confió grandes talentos del intelecto los consagran a un uso egoísta, quedarán abandonados a su suerte después de un período de prueba. Dios elegirá a hombres que no parecen tan bien dotados, que no tienen mucha confianza en sí mismos, y fortalecerá a los débiles porque creen que él hará por ellos lo que de suyo no pueden hacer. Dios acepta el servicio prestado de todo corazón, y suplirá las deficiencias.

Muchas veces el Señor escogió por colaboradores a hombres que solo habían obtenido una instrucción limitada en las escuelas. Los tales usaron sus facultades con el mayor celo, y el Señor recompensó su fidelidad en la obra, así como la diligencia y sed de conocimientos de que dieron prueba. Vio sus lágrimas y oyó sus oraciones. Así como su bendición descendió sobre los cautivos en la corte de Babilonia, otorga hoy sabiduría y conocimiento a los que por él trabajan (El ministerio de curación, pp. 108, 109). VIERNES 10 DE ENERO PARA ESTUDIAR Y MEDITAR Hijos e hijas de Dios, “Cerca de los que lo invocan”, p. 21. Nuestra elevada vocación, “Una mente sana en un cuerpo sano”, p. 272. 

NOTAS DE ELENA LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA I TRIMESTRE DEL 2020 Narrado por: Patty Cuyan Desde: California, USA