jueves, 29 de agosto de 2019

Santiago "el justo"


Juan y Judas representan a los que profesan ser seguidores de Cristo. Ambos discípulos tuvieron las mismas oportunidades de estudiar y seguir al Modelo divino. Ambos estuvieron íntimamente relacionados con Jesús y tuvieron el privilegio de escuchar sus enseñanzas. Cada uno poseía graves defectos de carácter. Y ambos tuvieron acceso a la gracia divina que transforma el carácter. Pero mientras uno en humildad aprendía de Jesús, el otro reveló que no era un hacedor de la palabra, sino solamente un oidor. El uno, destruyendo diariamente el yo y venciendo al pecado, fue santificado por medio de la verdad; el otro, resistiendo al poder transformador de la gracia y dando rienda suelta a sus deseos egoístas, fue reducido a servidumbre por Satanás.


Semejante transformación de carácter como la observada en la vida de Juan, es siempre resultado de la comunión con Cristo. Pueden existir defectos notables en el carácter de una persona, pero cuando llega a ser un verdadero discípulo de Cristo, el poder de la gracia divina le transforma y santifica. 

Contemplando como por un espejo la gloria del Señor, es transformado de gloria en gloria, hasta que llega a asemejarse a Aquel a quien adora (Los hechos de los apóstoles, p. 446).


Solamente con un generoso desinterés por aquellos que necesitan ayuda podremos dar una demostración práctica de las verdades del evangelio. “Si el hermano o la hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y hartaos: pero no les diereis las cosas que son necesarias para el cuerpo: ¿qué aprovechará? Así también la fe, si no tuviere obras, es muerta en sí misma”. “Ahora permanecen la fe, la esperanza, y la caridad, estas tres: empero la mayor de ellas es la caridad”.


Mucho más que un mero sermón está incluido en la predicación del evangelio. Los ignorantes han de ser instruidos; los desanimados han de ser reanimados: los enfermos han de ser restaurados. La voz humana debe tomar parte en la obra de Dios. Palabras de ternura, simpatía y amor han de testificar de la verdad. Oraciones cordiales y sinceras han de acercar a los ángeles (El ministerio de la bondad, p. 36).


El corazón humano no puede conocer la felicidad hasta que se somete para ser moldeado por el Espíritu de Dios. El Espíritu conforma el alma renovada según el modelo, Jesucristo. Mediante su influencia, la enemistad contra Dios se cambia en fe y en amor, y el orgullo en humildad. El alma percibe la belleza de la verdad, y Cristo es honrado en la excelencia y la perfección del carácter. Cuando se efectúan estos cambios, los ángeles rompen en cantos de alabanza, y Dios y Cristo se gozan por las almas que son modeladas según la semejanza divina (Nuestra elevada vocación, p. 154).


Existen actualmente en el mundo muchas personas heridas, muchos corazones tristes que necesitan alivio. El Señor tiene medios para iluminar la vida de estos desconsolados. Cada uno de nosotros puede poner a trabajar sus talentos al disipar las nubes, al permitir que penetre la luz del sol de la esperanza y la fe en el que “de tal manera amó... al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”. Juan 3:16 (Cada día con Dios, p. 181).

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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA 
III TRIMESTRE DEL 2019
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA


martes, 27 de agosto de 2019

Dar como una forma de compartir


La sagacidad del mundo estriba en adquirir fortuna y ganancias en cualquier forma que puedan ser obtenidas. Una acumulación de este tesoro del mundo es la ambición de las personas mundanas. La aspiración y el objetivo de los seguidores de nuestro Señor Jesucristo es llegar a ser cristianos por medio de la abnegación y el sacrificio propio. Ellos mantienen sus ojos en las riquezas eternas que pueden obtener por el renunciamiento de tesoros terrenales a cambio de tesoros celestiales... Más bienaventurado es dar que recibir”. Hechos 20:35... La abnegación traerá a la tesorería de Dios los medios necesarios para el adelanto de su obra. De ese modo podemos actuar en sociedad con Cristo. Los seguidores de Cristo consideren que en devolver al Señor lo suyo ellos reciben bendición; porque están acumulando tesoro celestial, el cual les será dado cuando escuchen: “Bien, buen siervo y fiel... entra en el gozo de tu señor” [Mateo 25:21] (In Heavenly Places, p. 300; parcialmente en En los lugares celestiales, p. 302).

La buena voluntad de los creyentes macedonios para sacrificarse era resultado de la consagración completa. Movidos por el Espíritu de Dios, “a sí mismos se dieron primeramente al Señor” (2 Corintios 8:5); entonces estaban dispuestos a dar generosamente de sus medios para el sostén del evangelio. No era necesario instarlos a dar; más bien, se regocijaban por el privilegio de privarse aun de las cosas necesarias a fin de suplir las necesidades de otros. Cuando el apóstol quiso contenerlos, le importunaron para que aceptara sus ofrendas. En su sencillez e integridad, y en su amor por los hermanos, se negaban alegremente a sí mismos, y así abundaban en frutos de benevolencia.


Cuando Pablo envió a Tito a Corinto para fortalecer a los creyentes de allí, le indicó que edificara a la iglesia en la gracia de dar; y en una carta personal a los creyentes, él también añadió su propio llamamiento. “Por tanto, como en todo abundáis ---les rogó- en fe, y en palabra, y en ciencia, y en toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, que también abundéis en esta gracia” [2 Corintios 8:7] (Los hechos de los apóstoles, p. 276).

Cristo guardará los nombres de todos los que no consideran ningún sacrificio demasiado costoso para ofrecerlos a él sobre el altar de la fe y el amor. Él lo sacrificó todo por la humanidad caída. Los nombres de los que son obedientes, los que se sacrifican y los fieles estarán esculpidos en las palmas de sus manos; no serán vomitados de su boca, sino que serán tomados en sus labios y él rogará especialmente en favor de ellos ante el Padre. Cuando los egoístas y orgullosos sean olvidados, ellos serán recordados y sus nombres serán inmortalizados. A fin de ser felices, debemos vivir para hacer felices a otros. Es bueno que presentemos nuestras posesiones, nuestros talentos y nuestros afectos en una agradecida devoción a Cristo, y en esa forma encontraremos felicidad aquí y una gloria inmortal en el más allá (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 358). 

================== NOTAS DE ELENA LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA III TRIMESTRE DEL 2019 Narrado por: Patty Cuyan Desde: California, USA

martes, 20 de agosto de 2019

El buen samaritano


Entre los judíos la pregunta: “¿Quién es mi prójimo?” causaba interminables disputas. No tenían dudas con respecto a los paganos y los samaritanos. Estos eran extranjeros y enemigos. ¿Pero dónde debía hacerse la distinción entre el pueblo de su propia nación y entre las diferentes clases de la sociedad? ¿A quién debía el sacerdote, el rabino, el anciano considerar como su prójimo? Ellos gastaban su vida en una serie de ceremonias para hacerse puros. Enseñaban que el contacto con la multitud ignorante y descuidada causaría impureza, que exigiría un arduo trabajo quitar. ¿Debían considerar a los “impuros” como sus prójimos?

Cristo contestó esta pregunta en la parábola del buen samaritano. Mostró que nuestro prójimo no significa una persona de la misma iglesia o la misma fe a la cual pertenecemos. No tiene que ver con la raza, el color o la distinción de clase. Nuestro prójimo es toda persona que necesita nuestra ayuda. Nuestro prójimo es toda alma que está herida y magullada por el adversario. Nuestro prójimo es todo el que pertenece a Dios (El ministerio de bondad, pp. 46, 47).

Mediante esa parábola se estableció para siempre el deber del hombre para con su vecino. Debemos atender todo caso de sufrimiento y considerarnos como los agentes de Dios para aliviar a los necesitados hasta el máximo de nuestras posibilidades. Hemos de ser obreros junto con Dios. Hay quienes manifiestan gran afecto a sus familiares, a sus amigos y favoritos, pero no son considerados y bondadosos con los que necesitan tierna simpatía, los que necesitan bondad y amor...

Acércate a tus vecinos, uno por uno, hasta que sus corazones sean entibiados por tu interés y amor abnegados. Simpatiza con ellos, ora por ellos, busca oportunidades para hacerles el bien, y en cuanto puedas, reúne a algunos para abrir la Palabra de Dios ante sus mentes entenebrecidas. Vela como quien ha de rendir cuenta de las almas de los hombres, y aprovecha los privilegios que Dios te da de trabajar con él en su viña (Reflejemos a Jesús, p. 221).

Después de terminar la historia, Jesús fijó sus ojos en el doctor de la ley, con una mirada que parecía leer su alma, y dijo: “¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo de aquel que cayó en manos de los ladrones?”

El doctor de la ley no quiso tomar, ni aun ahora, el nombre del samaritano en sus labios, y contestó: “El que usó con él de misericordia”. Jesús dijo: "Ve, y haz tú lo mismo”...

Mediante la historia del buen samaritano, Jesús pintó un cuadro de sí mismo y de su misión. El hombre había sido engañado, estropeado, robado y arruinado por Satanás, y abandonado para que pereciese; pero el Salvador se compadeció de nuestra condición desesperada. Dejó su gloria, para venir a redimirnos. Nos halló a punto de morir, y se hizo cargo de nuestro caso...

El samaritano había obedecido los dictados de un corazón bondadoso y amante, y con esto había dado pruebas de ser observador de la ley. Cristo le ordenó al doctor de la ley: “Ve, y haz tú lo mismo”. Se espera que los hijos de Dios hagan, y no meramente digan (El Deseado de todas las gentes, pp. 464, 465). 

NOTAS DE ELENA LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA III TRIMESTRE DEL 2019 Narrado por: Patty Cuyan Desde: California, USA 

jueves, 15 de agosto de 2019

La cruz de Cristo


Por medio del sufrimiento, Jesús se preparó para el ministerio de consolación. Fue afligido por toda angustia de la humanidad, y “en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados”. [Isaías 63:9; Hebreos 2:18] Quien haya participado de esta comunión de sus padecimientos tiene el privilegio de participar también de su ministerio. “Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación”. El Señor tiene gracia especial para los que lloran, y hay en ella poder para enternecer los corazones y ganar a las almas. Su amor se abre paso en el alma herida y afligida, y se convierte en bálsamo curativo para cuantos lloran. El “Padre de misericordias y Dios de toda consolación... nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios” [2 Corintios 1:3, 4] (El discurso maestro de Jesucristo, p. 16).

Mira a Jesús, la Majestad del cielo. ¿Qué contemplas en la historia de su vida? Su divinidad revestida con la humanidad, toda una vida de continua humildad, la realización de un acto de condescendencia tras otro, una trayectoria de continuo descenso de las cortes celestiales a un mundo todo marchitado y malogrado con la maldición, un mundo indigno de su presencia, en el que descendió más y más, tomando la forma de un siervo, para ser despreciado y desechado de los hombres, obligado a huir de lugar en lugar para salvar su vida y, al fin, traicionado, rechazado, crucificado. Luego, como pecadores por quienes sufrió Jesús más de lo que los mortales pueden describir, ¿rehusaremos humillar nuestra orgullosa voluntad?

Estudia día y noche el carácter de Cristo. Su tierna compasión, su inexpresable e incomparable amor por las almas lo indujeron a soportar toda la vergüenza, las injurias, los maltratos, las incomprensiones de la tierra. Acércate más a él, contempla sus manos y pies, lastimados y heridos por nuestras transgresiones. El castigo de nuestra paz sobre él, y por su herida fuimos curados (A fin de conocerle, pp. 56, 57).

La revelación del amor de Dios está centrada en la cruz. No hay lengua capaz de expresar su significado pleno, ni pluma capaz de transcribirlo; la mente del hombre no puede comprenderlo. Mirando la cruz del Calvario, solo podemos decir: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Juan 3:16. Cristo crucificado por nuestros pecados, Cristo resucitado de los muertos, Cristo ascendido a lo alto, es la ciencia de la salvación que hemos de aprender y enseñar.

“El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres, y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. Filipenses 2:6-8

 (Testimonios para la iglesia, t. 8, p. 302). NOTAS DE ELENA LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA III TRIMESTRE DEL 2019 Narrado por: Patty Cuyan Desde: California, USA


lunes, 5 de agosto de 2019

Una razón para adorar



El deber de adorar a Dios estriba en la circunstancia de que él es el Creador, y que a él es a quien todos los demás seres deben su existencia. Y cada vez que la Biblia presenta el derecho de Jehová a nuestra reverencia y adoración con preferencia a los dioses de los paganos, menciona las pruebas de su poder creador. "Todos los dioses de los pueblos son ídolos; mas Jehová hizo los cielos". Salmos 96:5... Y los santos que adoran a Dios en el cielo dan como razón del homenaje que le deben: -¡Digno eres tú, Señor nuestro y Dios nuestro, de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas!" Apocalipsis 4:11 (El conflicto de los siglos, p. 432). 

Necesitamos alabar más a Dios por su "misericordia" "y sus maravillas para con los hijos de los hombres" [Salmo 107:8]. Nuestros ejercicios de devoción no deben consistir enteramente en pedir y recibir. No estemos pensando siempre en nuestras necesidades y nunca en los beneficios que recibimos. No oramos nunca demasiado, pero somos muy parcos en dar gracias. Constantemente estamos recibiendo las misericordias de Dios y, sin embargo, ¡cuán poca gratitud expresamos! ¡cuán poco le alabamos por lo que ha hecho en nuestro favor!... 


Nuestro Dios es un Padre tierno y misericordioso. Su servicio no debe mirarse como una cosa que entristece, como un ejercicio que desagrada. Debe ser un placer adorar al Señor y participar en su obra. Dios no quiere que sus hijos, a los cuales proporcionó una salvación tan grande, obren como si él fuera un amo duro y exigente. Él es nuestro mejor amigo; y cuando le adoramos quiere estar con nosotros, para bendecirnos y confortarnos llenando nuestro corazón de alegría y amor. El Señor quiere que sus hijos hallen consuelo en servirle y más placer que fatiga en su obra. Él quiere que quienes vengan a adorarle se lleven pensamientos preciosos acerca de su amor y cuidado (El camino a Cristo, p. 103). La gracia de Cristo no se limita a unos pocos. El mensaje de misericordia y perdón traído del cielo por Cristo había de ser oído por todos. Nuestro Salvador dice: "Yo soy la luz del mundo". Juan 8:12. Sus bendiciones son universales y llegan a todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos. Cristo vino para derribar toda muralla de separación... 

Mediante diversos conductos los mensajeros celestiales están en activa comunicación con las diversas partes del mundo., y cuando el hombre clama al Señor de verdad y con fervor, Dios se muestra como quien se inclina desde su trono en las alturas. Escucha todo clamor y responde: "Heme aquí". Levanta al afligido y oprimido. Confiere sus bendiciones sobre buenos y malos... 

Conocer a Dios es el conocimiento más admirable que pueda alcanzar el hombre. Hay mucha sabiduría en los mundanos; pero con toda sabiduría, no contemplan la belleza y majestad, la justicia y sabiduría, la bondad y santidad del Creador de todos los mundos (A fin de conocerle, pp. 98, 99). 

============================= Notas de Elena G. de White Lecciones de Escuela Sabática para Adultos Lección 6: Para el 10 de agosto de 2019 ADORAD AL CREADOR


domingo, 4 de agosto de 2019

Idolatría y opresión


No deseando conservar a Dios en su memoria, [los antediluvianos] no tardaron en negar su existencia. Adoraban a la naturaleza en lugar de rendir culto al Dios de la naturaleza... Bosques extensos, que conservaban su follaje siempre verde, eran dedicados al culto de dioses falsos... Los hombres eliminaron a Dios de su mente, y adoraron las creaciones de su propia imaginación; y como consecuencia, se degradaron más y más...

El hombre no se elevará más allá de sus conceptos acerca de la verdad, la pureza y la santidad. Si el espíritu no sube nunca más arriba que el nivel humano, si no se eleva mediante la fe para comprender la sabiduría y el amor infinitos, el hombre irá hundiéndose cada vez más. Los adoradores de falsos dioses revestían a sus deidades de cualidades y pasiones humanas, y rebajaban así sus normas de carácter a la semejanza de la humanidad pecaminosa (Conflicto y valor, p. 32).

A pesar del favor que Dios les mostró a los hebreos, por causa de su anhelo vehemente de los placeres dejados en Egipto y de su pecado y rebelión, los juicios de Dios cayeron sobre ellos. Y el apóstol instó a los creyentes corintios a prestar oídos a la lección contenida en la historia de Israel. “Empero estas cosas fueron en figura de nosotros —declaró-, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron”. Mostró cómo el amor a la comodidad y al placer los había predispuesto para cometer los pecados que provocaron la manifiesta venganza de Dios. Fue al sentarse los hijos de Israel a comer y a beber, y al levantarse a jugar, cuando abandonaron el temor de Dios, que habían sentido al escuchar la proclamación de la ley; y, haciendo un becerro de oro para representar a Dios, lo adoraron. Y fue después de un festín voluptuoso relacionado con el culto de Baal-peor, cuando muchos de los hebreos cayeron en la licencia (Los hechos de los apóstoles, p. 254).

En lugar de la justicia y perfección del Dios infinito que es el verdadero objeto de la adoración; en lugar de la justicia perfecta de la ley, que es el verdadero modelo de la perfección humana, Satanás ha colocado la naturaleza pecadora del hombre sujeto al error, como único objeto de adoración, única regla del juicio o modelo del carácter. Eso no es progreso, sino retroceso.

Hay una ley de la naturaleza intelectual y espiritual según la cual modificamos nuestro ser mediante la contemplación. La inteligencia se adapta gradualmente a los asuntos en que se ocupa. Se asimila lo que se acostumbra a amar y a reverenciar. Jamás se elevará el hombre a mayor altura que a la de su ideal de pureza, de bondad o de verdad. Si se considera a sí mismo como el ideal más sublime, jamás llegará a cosa más exaltada... Solo la gracia de Dios puede elevar al hombre. Si depende de sus propios recursos, su conducta empeorará inevitablemente (El conflicto de los siglos, pp. 542, 543).

 ================== NOTAS DE ELENA LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA III TRIMESTRE DEL 2019 Narrado por: Patty Cuyan Desde: California, USA