sábado, 21 de octubre de 2017

GEMAS DE ELENA

“Si todos los que hacen profesión de seguir a Cristo estuviesen verdaderamente santificados, en lugar de gastar sus recursos en placeres inútiles y hasta perjudiciales, los invertirían en el tesoro del Señor, y los cristianos darían un ejemplo de temperancia, abnegación y sacrificio de sí mismos. Entonces, serían la luz del mundo” (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 529).

viernes, 20 de octubre de 2017

Notas de Elena | Jueves 19 de octubre 2017 | El evangelio y el arrepentimiento

 

Obra: Ehivar Flores Herrera.
Los judíos enseñaban que antes de que se extendiera el amor de Dios al pecador, éste debía arrepentirse. A su modo de ver, el arrepentimiento es una obra por la cual los hombres ganan el favor del cielo. Y éste fue el pensamiento que indujo a los fariseos a exclamar con asombro e ira: “Este a los pecadores recibe”. De acuerdo con sus ideas, no debía permitir que se le acercaran sino los que se habían arrepentido. Pero en la parábola de la oveja perdida. Cristo enseña que la salvación no se debe a nuestra búsqueda de Dios, sino a su búsqueda de nosotros. “No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios; todos se apartaron” (Ro-manos 3:11, 12). No nos arrepentimos para que Dios nos ame, sino que él nos revela su amor para que nos arrepintamos.
 
Cuando al fin es llevada al aprisco la oveja perdida, la alegría del pastor se expresa con himnos melodiosos de regocijo. Llama a sus amigos y vecinos y les dice: “Dadme el parabién, porque he hallado mi oveja que se había perdido”. Así también cuando el gran Pastor de las ovejas encuentra a un extraviado, el cielo y la tierra se unen en agradecimiento y regocijo (Palabras de vida del gran Maestro, p. 148).
 
Cualquiera sea el carácter de vuestro pecado, confesadlo. Si lo habéis cometido únicamente contra Dios, confesadlo solo a él. Si habéis dañado u ofendido a otros, confesadlo también a ellos, y la bendición del Señor reposará sobre vosotros. Así es como moriréis al yo, y Cristo se formará en vosotros…

Cuando los hombres, tentados por Satanás, cometen faltas, y sus palabras y comportamiento no son cristianos, tal vez no vean su condición, porque el pecado es engañador, y tiende a amortecer las percepciones morales. Pero mediante el examen de sí mismos, la investigación de las Escrituras y la humilde oración, con la ayuda del Espíritu Santo, serán capacitados para ver su error. Si entonces confiesan sus pecados y los abandonan, el tentador no les parecerá como ángel de luz, sino como un engañador…
 
Los que reciben el reproche y la corrección como de Dios, y así pueden ver y corregir sus errores, están aprendiendo preciosas lecciones aun de sus errores. Su aparente fracaso es tomado en victoria. Se enderezan, no confiando en su propia fuerza sino en la fuerza de Dios. Tienen sinceridad, celo y afecto, unidos a la humildad y controlados por los preceptos de la Palabra de Dios… Caminan, no tambaleantes sino seguros, en el camino donde resplandece la luz del cielo (That I May Know Him, p. 239; parcialmente en A fin de conocerle, p. 238).

 [Dios] no puede soportar la presencia del pecado. Esto es lo que su alma odia. Aun a los ángeles que estaban cerca de su trono, a los cuales él amaba, pero que no guardaron su prístino estado de lealtad, Dios los arrojó del cielo con su rebelde dirigente. La santidad es el fundamento del trono de Dios; el pecado es lo opuesto a la santidad; el pecado crucificó al Hijo de Dios. Si los hombres pudieran ver cuán odioso es el pecado, no lo tolerarían, no se educarían en él. Lograrían una reforma en la vida y el carácter. Las faltas secretas serían vencidas. Si habéis de ser santos en el cielo, debéis primero ser santos en la tierra (Testimonios para los ministros, p. 145).

Viernes 20 de octubre: Para estudiar y meditar
Reflejemos a Jesús, “La sangre de Cristo fue derramada para per-donar nuestros pecados”, p. 69
 
tomado de:
 
Notas de Elena | Jueves 19 de octubre 2017 | El evangelio y el arrepentimiento | Escuela Sabática
 
 

La entrega de las recompensas.

«Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras». Mateo 16: 27





 
JESÚS NO DISCULPA sus pecados, pero muestra su arrepentimiento y su fe, y, reclamando el perdón para ellos, levanta sus manos heridas ante el Padre y los santos ángeles, diciendo: «Los conozco por sus nombres. Los he grabado en las palmas de mis manos». […]
 
La obra del juicio investigador y el acto de borrar los pecados deben realizarse antes del segundo advenimiento del Señor. En vista de que los muertos han de ser juzgados según las cosas escritas en los libros, es imposible que los pecados de los seres humanos sean borrados antes del fin del juicio en que sus vidas han de ser examinadas. Pero el apóstol Pedro dice terminantemente que los pecados de los creyentes serán borrados «para que vengan de la presencia del Señor tiempos de consuelo, y él envíe a Jesucristo» (Hech. 3: 19-20). Cuando el juicio investigador haya concluido, Cristo vendrá con su recompensa para dar a cada cual según sus obras.
 
En el servicio ritual típico el sumo sacerdote, finalizada la propiciación por Israel, salía y bendecía a la congregación. Así también Cristo, una vez terminada su obra de mediador, aparecerá «sin relación con el pecado […] para salvar» (Heb. 9: 28), para bendecir con el don de la vida eterna a su pueblo que le espera. Así como, al quitar los pecados del santuario, el sacerdote los confesaba sobre la cabeza del macho cabrío emisario, así también Cristo colocará todos estos pecados sobre Satanás, autor e instigador del pecado. El macho cabrío emisario, que cargaba con los pecados de Israel, era enviado «a tierra inhabitada» (Lev. 16:22); así también Satanás, cargado con la responsabilidad de todos los pecados que ha hecho cometer al pueblo de Dios, será confinado durante mil años en la tierra entonces desolada y sin habitantes, y sufrirá finalmente la entera penalidad del pecado en el fuego que destruirá a todos los impíos. Así el gran plan de la redención alcanzará su cumplimiento en la extirpación final del pecado y la liberación de todos los que estuvieron dispuestos a renunciar al mal.
 
En el tiempo señalado para el juicio —al fin de los 2,300 días, en 1844— empezó la obra de investigación y el acto de borrar los pecados. Todos los que hayan profesado el nombre de Cristo deben pasar por ese riguroso examen. Tanto los vivos como los muertos deben ser juzgados «según lo que habían hecho, conforme a lo que estaba escrito en los libros» (Apoc. 20:12, NVI).— El conflicto de los siglos, cap. 29, pp. 476-477.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2017
DE VUELTA AL HOGAR
Elena G. de White
Lecturas devocionales para Adultos 2017