Por Joel García Cobos.
La creencia de que Dios creó el universo, luego lo que contiene nuestro planeta en 7 días
literales, es básica para todo creyente cristiano. Saber que Dios nos creó, que
es nuestro padre, nos ama y quiere lo mejor para nosotros nos da una identidad,
estabilidad y propósito, permitiéndonos
enfrentar con dignidad y arrojo los embates de esta vida.
Si por un
instante llegamos a pensar que somos el resultado fortuito de la evolución de
millones de años, ¿qué sentido tiene la vida? así como como aparecimos
llegaremos a desaparecer sin importar mucho lo logrado.
En cambio,
si acepto que por amor fui creado, este pensamiento me hará razonar y actuar en
reciprocidad con este noble sentimiento, sentiré agradecimiento por mi creador
y cuidaré la naturaleza, mis semejantes y a mí mismo.
Daré amor
porque he recibido amor; valoraré mi entorno y las posibilidades de superación,
porque sé que alguien se preocupa por mí y quiere que sea feliz y que
progrese; voy a enfrentar los retos con
ánimo de agradar a ese padre amoroso que me creó, voy a estar a su altura y a
la de mis hermanos.
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